Terminó el sueño mexicano de ganar un evento importante fuera del suelo patrio y al caer derrotado ante Brasil, debe hacer maletas y regresar a casa con el acre sabor de la amargura.
Porque, como en la vida, existen diferentes formas de caer; se puede perder con dignidad, vencido por los imponderables, porque el rival fue mejor que tú o simplemente debido a que así es el juego.
Sin embargo, cuando simplemente te caminan por encima, devolviéndote a una realidad y un lugar que creías superado, la rabia te invade pues te sientes defraudado, engañado, timado.
Ese es hoy el sentimiento general del aficionado mexicano y todos debemos asumir la responsabilidad de haberle fallado.
Los medios de comunicación por inflar de más a un equipo que es y sigue siendo una incógnita, destapándolo como trabuco y dando por hecho que se le podía marcar como favorito. Falso, no se debe jugar con la ilusión de la gente y menos cuando todavía hay clases sociales.
El director técnico por mandar una alineación incoherente con su dicho de que a Brasil, para vencerla, había que atacarlo. Un solitario Adolfo Bautista en punta pareció poco para inquietar la fortificada defensiva brasileña.
La Volpe no es el culpable de que el Tri juegue mal, no lo sobredimensionemos, pero es el responsable del parado del equipo, de sus variantes y los hombres que saltan a la cancha y aunque la crítica siempre será a tono pasado, la alineación y los cambios fueron erróneos.
Los jugadores por no entender que todavía no ganaban nada en la Copa, por escuchar el canto de las sirenas y por dejar el orgullo y las agallas guardadas para mejor ocasión.
El juego contra el scratch de oro tenía que ser un dechado de perfección y resultó, por el contrario, un compendio de errores y horrores de jugadores que suelen equivocarse poco, como Rafa Márquez, Pavel Pardo, Salvador Carmona y Oswaldo Sánchez.
Hubo también algunos que la playera les queda demasiado grande, aunque en el tema quizá el indiscutible sea Davino.
Brasil hizo valer su jerarquía, independientemente de recibir una mano del silbante Óscar Ruiz, tan proclive a marcar penales a favor del cuadro amazónico.
Caminó puntual por la cancha, manejó los tiempos y el ritmo del partido y no fabricó un tanteador de escándalo gracias a la Divina Providencia.
Nos acostamos con la zozobra del anuncio de La Volpe que renuncia a la Selección. Pues para eso me gustaba. Buena cara en las victorias y salir corriendo cuando la cosa se pone mal. Falta ver si lo cumple.
La trivia de hoy: ¿Qué jugador mexicano ha sido campeón de goleo en Copa América?.
