No lo juzguen. No lo llamen enemigo de la Patria. Por favor no hablen mal de él. Lo único que Rogelio Montemayor trató de hacer fue cumplir con su deber. Para eso en su momento le fue otorgada la dirección de Pemex y no es justo que nosotros andemos diciendo ahora que es un corrupto y un adversario de la transición democrática. Es cierto que no sabía nada del petróleo, excepto que es negro y que es un recurso natural que deja mucho dinero. Pero eso no importa. Él no fue nombrado director de Pemex por sus conocimientos. Difícilmente un economista hasta la médula podía saber que el crudo no solamente es aquel que bebió en exceso la noche anterior. Tampoco fue designado para borrar de la industria petrolera cualquier manejo turbio.
Si Rogelio Montemayor Seguy fue nombrado un día jefe supremo de Petróleos Mexicanos, fue para cumplir con la inevitable obligación de pagar lo mucho que había recibido del PRI.
Hoy, el ex Gobernador coahuilense sigue inmerso en una batalla legal que cada vez tiene más ganada, al grado que ayer un juez federal otorgó una suspensión definitiva gracias a la cual podrá regresar al país sin temor a ser arrestado. Aunque parezca increíble, mucho gusto me da que Rogelio Montemayor pueda volver a pisar nuestro suelo, pues en realidad su único delito consiste en haber cumplido con su deber. Las obligaciones del coahuilense eran claras y por lo mismo él cumplió a cabalidad con el compromiso de apoyar con sumas estratosféricas la fallida campaña de Francisco Labastida.
Por favor no lo juzguen. Antes bien, elogiemos su lealtad como político pues no cualquiera es capaz de renunciar a su propio honor con tal de defender los intereses del PRI.
Si Rogelio Montemayor hubiera desempeñado su trabajo al frente de Pemex con rectitud, podía ser tachado de traidor y eso a nadie le gusta. Por eso no lo culpemos por lo que hizo, ni lancemos sobre su figura miradas de desprecio.
¿Se imaginan qué mala imagen hubiera dado si al estar al frente de Pemex se hubiera apegado a la Ley negándose a darle un empujoncito al PRI en las elecciones presidenciales? Bien hizo en mostrar su servilismo a Labastida y al partido oficial, pues aunque esto le haya costado dejar a su país y vivir una tortura legal, nadie lo puede acusar de haber sido un Judas.
Por medio de este artículo quiero exhortar a todos los coahuilenses a no juzgar a Montemayor Seguy por haberse prestado a las oscuras prácticas del sistema priista. Él simplemente quería que en México siguiera gobernando el partido que por tantos años se dedicó a fabricar millones de pobres, a sembrar la semilla de la corrupción e impunidad, a engendrar los peores vicios y a permitir que los peores mafiosos operaran libremente en el país. ¿Acaso eso tiene algo de malo?
Es muy probable que dentro de poco volvamos a ver a Montemayor caminando por nuestras calles. Si lo vemos cabizbajo y si esquiva las miradas, debemos acercarnos a él y mostrarle nuestra admiración por lo que hizo, pues no cualquiera se atreve a echarse a todo un país encima con tal de beneficiar a su partido por medio de prácticas corruptas.
No cometamos el error de asociar el nombre de Rogelio Montemayor al de un funcionario corrupto que obtuvo el suficiente dinero como para emprender la más costosa de las defensas legales y para vivir durante años en Estados Unidos sin trabajar, sino más bien, veamos en él a un valeroso caballero que, renunciando a su propia honra, supo servir fielmente a una camarilla de políticos corruptos y no a los mexicanos. Debemos estar orgullosos de haber tenido un gobernante como Rogelio Montemayor. ¡Qué hombre tan valiente! ¡Cuánta fidelidad! El suyo, es un ejemplo que debe tomarse en cuenta si queremos seguir teniendo a un México putrefacto por el proceder indigno de nuestros gobernantes.
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