Entre las obligaciones de todo Gobierno está la de utilizar los recursos recabados por medio de impuestos para otorgar seguridad a los ciudadanos, crear la infraestructura necesaria, impulsar la calidad educativa y administrar los bienes del Estado con absoluta honestidad. Sin embargo, una de las tareas más importantes es la de crear instituciones que resguarden la salud de los ciudadanos.
El Gobierno de Enrique Martínez puede ser criticado por muchos motivos, pero no se puede negar que en lo referente a la salud se ha trabajado bien, sobre todo si comparamos con lo que ha hecho la administración federal.
Hace días platiqué con un médico del Seguro Social. Él es una persona muy amable. Su simple presencia hace que cualquiera se sienta bien, pues siempre tiene una sonrisa para compartir. Conozco a este doctor desde hace aproximadamente cinco años y nunca lo había visto enojado, hasta que en mi plática de hace unos días se me ocurrió preguntarle cómo estaban las cosas en el IMSS. El semblante le cambió inmediatamente y aunque trató de evitar que las palabras se escaparan de su boca, comenzó a lanzar al viento una serie de dicterios en contra de la institución en la que trabaja.
Es increíble, pero mi amigo tiene tantos pacientes en un día, que a cada uno sólo le puede dedicar un cuarto de hora. ¿Se imaginan qué tipo de diagnóstico puede hacer un doctor en míseros 15 minutos? Ahora entiendo por qué los doctores tienen tan fea letra, pues con ese tiempo muy apenas les alcanza para escribir la receta.
Muchos piensan que los doctores tienen la culpa y que al hacer mal su trabajo están jugando con la vida de los pacientes, pero en realidad la culpa no es de ellos, sino de las condiciones en las que tienen que ejercer su profesión. No existen los consultorios indispensables para que reciban a los enfermos. La cantidad de médicos es tan pobre que jamás podrían atender a las miles de personas que desfilan diariamente por las instalaciones del IMSS en Coahuila. No hay material suficiente para que los médicos realicen su trabajo. Ellos no pueden ser amables pues ni siquiera tienen tiempo para eso. La cantidad de medicamentos es insuficiente como para satisfacer las demandas de los derechohabientes. Sumado a todo lo anterior, está la cuestión de la limpieza.
Generalmente, cuando pensamos en un hospital, viene a nuestra mente la imagen de un sitio blanco, completamente aislado de gérmenes y bacterias. Pero en las clínicas del IMSS en Coahuila sucede todo lo contrario. En estos lugares abundan las cucarachas, hongos, fierros oxidados, pisos repletos de mugre, sábanas percudidas, desechos infecciosos y mil cosas más que ponen en peligro la vida de los pacientes.
Las deficiencias en el IMSS son tan grandes, que no es raro escuchar casos de personas que salieron del Seguro peor que como entraron. Y mientras tanto, ¿qué hace el Gobierno Federal? Enriquece a empresarios televisivos al regalarles millones y millones de pesos a cambio de espacios publicitarios, en lugar de destinar esa suma para alcanzar el objetivo que debe tener toda administración: elevar la calidad de vida de los ciudadanos.
No quiero ser pesimista, pero dudo mucho que la situación en el sistema de salud mejore. Para que eso se pueda dar, es necesario primero que instituciones como el IMSS sean dirigidas por personas cuyos méritos superen al simple hecho de mantener una amistad con el gobernante en turno.
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