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MÉXICO, DF.- Hay signos, como fuegos en los labios, cansancio mayor del habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin haber practicado ejercicio o fragilidad del cabello, que delatan que las defensas del organismo están bajas.
Si bien lo ideal sería evitar, en la medida de lo posible, hábitos y situaciones que puedan debilitar el cuerpo, una alimentación adecuada también ayuda a superar épocas duras.
Comer sano permite reforzar el sistema inmunológico, que protege de bacterias, virus y otros organismos patógenos. Una dieta equilibrada refuerza el sistema inmunológico.
Aparentemente la ingesta energética tiene una gran influencia en la actividad inmunológica, tanto por exceso como por defecto de calorías. El aporte excesivo de energía puede afectar la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones; por ello la obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas.
Las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiovasculares que, a su vez, se relacionan con alteraciones de la función inmunológica. Pero también las personas desnutridas presentan un mayor riesgo de contraer infecciones, al igual que quienes siguen dietas de adelgazamiento de menos de mil 200 calorías al día u otras de mayor número de calorías pero desequilibradas; éstas pueden hacer que disminuya la función inmunológica.
La reducción de las grasas en la dieta no sólo es fundamental para controlar el peso; también para el óptimo funcionamiento del sistema inmunológico. Al parecer, las dietas ricas en grasa reducen la respuesta inmunológica, aumentando así el riesgo de infecciones.
Por lo tanto, si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta. No obstante, no es sólo un asunto de cantidad: la procedencia o calidad de las grasas también es importante. Al respecto, conviene incluir en la dieta pescado azul, frutos secos, aceite de oliva y girasol o soya o aceite de linaza, para asegurar un aporte equilibrado de diferentes grasas esenciales para la salud.
Consumir regularmente productos lácteos fermentados -como yogur o jocoque- contribuye, asimismo, a aumentar las defensas inmunológicas. De hecho, hay estudios que demuestran que quienes toman regularmente leches fermentadas presentan, además de una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias, un mejor estado de nuestras defensas naturales.
Finalmente, el mantener “en forma” el sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya variedad de alimentos en las cantidades adecuadas.