La facultad de aprendizaje, la concentración, la memoria, el rendimiento intelectual y hasta los estados de ánimo se encuentran ligados al consumo de ciertas sustancias contenidas en alimentos específicos.
La nutrición y la actividad física están íntimamente relacionados y son los dos factores positivos más importantes que contribuyen al bienestar metabólico y la salud, interactuando con la dotación genética del individuo.
Especialistas en nutrición explican que cada niño y adulto necesita alimentos suficientes y una actividad física adecuada para expresar su potencial genético en cuanto al crecimiento, el desarrollo y la salud. Un consumo escaso de energía, proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas (ácido fólico, B2, B6, A, C, E) y minerales (calcio, hierro, yodo, potasio, magnesio y zinc) así como la falta de oportunidades para desarrollar una actividad física adecuada empeoran la salud y la función motora.
El nivel de actividad física debe ajustarse a nuestra dotación genética, en definitiva a nuestras posibilidades orgánicas.
Establecer una actividad física regular cada día de la vida es esencial para el bienestar físico, mental y espiritual.
En este sentido, y según dicen los expertos, en contraposición con lo que se entendía hace unas décadas, hoy en día el concepto "salud" se interpreta como un estado de bienestar global del individuo, tanto desde el punto de vista físico como mental.
Los beneficios de una alimentación equilibrada alcanzan a todos los órganos del cuerpo, incluso al cerebro, el cual con dificultad podría realizar sus funciones si desde un principio no recibe los nutrientes necesarios que aporta una correcta alimentación. El cerebro necesita cierta cantidad de nutrientes que pueden encontrarse en una dieta equilibrada. Ciertamente, la facultad de aprendizaje, la concentración, la memoria, el rendimiento mental y hasta los estados de ánimo están ligados al consumo de ciertas sustancias en alimentos específicos.
TAMBIEN CALMAN ANSIEDAD
Las proteínas contenidas en alimentos de origen animal, contribuyen a la regulación de la capacidad intelectual, mejora del bienestar, pautas de sueño y estado de ánimo. Estudios realizados demuestran que una dieta rica en carbohidratos (patatas, arroz, harinas, leche, cereales) ayuda a calmar la ansiedad.
Una buena dieta debe incluir un aporte adecuado de minerales en virtud de los beneficios que éstos ofrecen al organismo. El calcio, por ejemplo, interviene en la transmisión de los impulsos nerviosos, el hierro influye en el rendimiento y en transporte de oxígeno a las células, y el zinc está relacionado con la actividad de los neurotransmisores.
Para obtener calcio se debe ingerir leche y sus derivados, mientras que el hierro es posible encontrarlo en carnes, vísceras, legumbres, y frutos secos. Las ostras, crustáceos, carne de cordero y las leguminosas son alimentos ricos en zinc.
La deficiencia en vitamina C, A, D también condicionan deterioros de la función mental. Todas las vitaminas del complejo B son cofactores del proceso de producción de neurotransmisores, específicamente, la B1 (carne de cerdo y legumbres), B6 (hígado, pollo, plátano y nueces) y la B12 (hígado, huevos, sardinas y queso), esta última es muy importante para contrarrestar el estrés y mejorar la agilidad intelectual.