Mira niña... cuando salgas al escenario, verás que el salón es muy grande. Las personas estarán sentadas alrededor, son como mil quinientas, pero no te preocupes, al entrar, nada más respira hondo y haces así, echas los hombros para atrás, como si fueras un pavorreal ¿eeh? Esto fue lo que me aconsejó en su dulce tono yucateco mi querida amiga Lourdes Peón en una gratísima estancia y presentación que tuve en Mérida. Sus palabras sólo alborotaron más las mariposas que sentía en el estómago y los latidos de mi corazón se desbocaron; en ese momento, recordé aquel refrán que dice: Asume una actitud y terminarás con ella.
La experiencia me ha enseñado que lo primero que la gente percibe de un conferencista es su lenguaje corporal, así que trato de tranquilizarme y de mantener el control de la situación. Respiro hondo y sigo el consejo... Me acuerdo del pavorreal.
¿Por qué es tan importante la postura? El porte es la expresión física de cómo nos vemos a nosotros mismos y es lo primero que transmitimos al caminar, podemos decir que es lo que proyectamos por cada poro de la piel. La postura habla de nuestro estado de ánimo, de nuestra auto imagen, de lo que sentimos y sobre todo, de nuestra autoestima. En la forma en que manejamos el cuerpo y hasta en el más sutil de los movimientos que realizamos con él, comunicamos cosas como: ¿Cómo me veo a mí mismo? ¿Qué pienso de mí? ¿Cómo es mi salud? ¿Cómo veo al mundo? ¿Cómo quiero ser percibido por los demás?
Y no sólo eso, a través de la postura, también les enseñamos a los demás cómo deben tratarnos. Ellos nos perciben en función a cómo nos sentamos, caminamos y manejamos nuestro cuerpo. Con nuestro porte nos presentamos como ganadores o como perdedores y ¡así nos tratarán!
El lenguaje corporal no miente y al interactuar, los otros se basarán en la proyección que emana de nosotros. La manera en que portamos el cuerpo es la primera señal y la más evidente, que podemos enviar acerca de quiénes somos. Recuerda que si te ves bien, ¡te sientes bien!
Cuando el doctor golpea ligeramente nuestra rodilla, el pie patea hacia delante como acto reflejo. Así mismo, nuestro cuerpo manifiesta otras reacciones instintivas. Si te sientes feliz, pleno y lleno de vida, automáticamente, enderezas la cabeza y echas los hombros para atrás. Caminas con el cuerpo erguido, tu tono de voz es firme, seguro y lleno de color. Tu boca dibuja una sonrisa y tu mirada es suave.
Así se ven los ganadores, ¿no es cierto? Se paran con aplomo, se mueven con seguridad, sonríen suavemente y con orgullo. Sin duda, una buena postura refleja que eres una persona acostumbrada a estar en la cima. Se ha comprobado en los estudios de relación cuerpo-mente, que los cuerpos que están rectos, balanceados, flexibles son el resultado de una realización, de un amor por sí mismos y de una urgencia por llegar a las alturas de los logros humanos.
Por esta razón, miles de mamás, en todo el mundo, encajan los nudillos entre los omóplatos de sus hijos y miles de maestros repiten la frase: ¡Párate derecho! Sin embargo, la mayoría de nosotros, somos unos desgarbados. Si no me crees, observa: ¿Cómo estás sentado? ¿Tu columna está derecha? ¿Tienes el abdomen contraído? Si, sí, te felicito porque perteneces al 2 por ciento de la población. Pero la realidad es que necesitamos una técnica más efectiva.
La postura... el mejor barómetro de éxito. Lo primero que necesitas para tener éxito es pararte y caminar derecho. ¿Cuándo has visto un triunfador jorobado, desgarbado o arrastrando los pies? No sé si te ha tocado ver alguna columna humana en el circo, de ésas en la que seis personas se paran una sobre los hombros de otra. Observa su postura, es perfecta: espalda recta y hombros erguidos; cada músculo emana orgullo, éxito y alegría de vivir. Equilibrio perfecto, no sólo por estética, sino porque se trata de un asunto de vida o muerte. Bueno, pues visualiza que eres el mejor de esos acróbatas del circo, piensa que eres el maestro de maestros, que eres el pilar que sostiene a las otras cinco personas y que ellas confían plenamente en tu fortaleza y disciplina. No puedes fallar, ¿verdad? Entonces, antes de atravesar una puerta, la que sea, la de tu oficina, la de una fiesta, incluso la de tu cocina; imagina que haces tu entrada triunfal a la pista. Si esta imagen no te funciona, sólo imagina que te están viendo en traje de baño: Contrae el estómago, estira tu columna, echa los hombros para atrás, crea un espacio entre el tórax y la cadera, mira de frente y sonríe con confianza. Con esta postura vas a ganar cuatro cosas: te vas a ver unos centímetros más alto, unos kilos más delgado, tu columna vertebral te lo va agradecer y sobre todo, no olvides que si te comportas como alguien importante lograrás verte como una persona importante y los demás te tratarán de esa manera. Asume una actitud y terminarás con ella...