HOUSTON, EU.- Los comisionados de los distintos deportes profesionales en Estados Unidos, cada vez tienen más difícil poder convencer a la opinión pública de que los atletas a los que representan son modelos de comportamiento para la juventud.
El último golpe bajo a la imagen de un deporte profesional en Estados Unidos se dio ayer en un juzgado de Atlanta con la presentación del corredor de los Cuervos de Baltimore, Jamal Lewis, para responder a los cargos federales de posesión de drogas con intento de distribución.
El corredor estelar de la Liga Nacional de Futbol Americano (NFL, por sus siglas en inglés) se convirtió la pasada temporada en el quinto jugador que superó las 2,000 yardas por tierra.
Lewis se declaró inocente de todos los cargos federales en su contra y después de 15 minutos de audiencia, en la que sólo utilizó las palabras ?sí? o ?no? para responder a las preguntas del juez sobre sus derechos, fue puesto en libertad condicional con el pago de una fianza de 100,000 dólares.
El corredor de los Cuervos, que no entró esposado al juzgado, salió sin conocer la fecha del inicio de su juicio en el que responda de los cargos de supuestamente ayudar a un amigo de la infancia a comprar cinco kilogramos de cocaína en 2000.
Tampoco fue esposado cuando se entregó a las autoridades que lo llevaron a la oficina del FBI en Atlanta para luego trasladarse a la audiencia ante el juez, siempre acompañado por su abogado y agente.
Si es encontrado culpable, Lewis, que ya fue suspendido con cuatro partidos por la NFL en 2001 por haber violado el reglamento sobre el consumo de drogas y alcohol, podría enfrentar una sentencia de entre diez años de cárcel a cadena perpetua.
La NFL no ha querido hacer comentarios sobre el caso de Lewis ni tampoco los Cuervos, pero la acusación llega de nuevo en el peor momento de imagen para los deportes profesionales en Estados Unidos.
El beisbol, considerado el deporte pasatiempo nacional, está bajo la sospecha constante del consumo de esteroides y con acusaciones directas entre los propios jugadores.
La última protagonizada en los últimos dos días por los lanzadores Turk Wendell y Denny Neagle, de los Rockies de Colorado, contra el toletero Barry Bonds, de los Gigantes de San Francisco.
Wendell cuestionó el físico de Bonds y Jason Giambi como una clara muestra de que estaban tomando esteroides y el jardinero estrella de los Gigantes respondió a los periodistas que todo el que quiera saber algo del asunto que se lo diga ?a la cara?.
Bonds, que utilizó un lenguaje blasfemo al responder a los periodistas, advirtió que no le tenía miedo a nadie.
?Esto va a ser como una batalla y una guerra y estoy listo para que termine cuanto antes de una u otra forma?, anticipó Bonds.
El entrenador personal de Bonds, Greg Anderson, testificó que dio esteroides y otros suplementos atléticos a muchos jugadores de Grandes Ligas y se desconoce si los identificó ante un jurado federal porque ningún nombre apareció en los documentos oficiales.
Bonds, que cumple 40 años este verano, llegó al campo de los Gigantes con su peso normal de 103 kilogramos y comenzará la campaña dos cuadrangulares (658) detrás del legendario Willie Mays, su padrino, que con 660 jonrones ocupa el tercer lugar en la lista de todos los tiempos del beisbol profesional.
La nueva polémica surgida en torno al consumo de esteroides también tuvo de protagonista al jardinero Gary Sheffield, de los Yanquis de Nueva York, otro de los peloteros que está en la lista de los posibles consumidores, quien declaró su disposición a hacerse las pruebas en cualquier momento.
Sin embargo, el sindicato de jugadores dijo que eso iría en contra de lo que está estipulado en el convenio laboral y por lo tanto no sería posible, creando aún mucho más dudas e interrogantes.
Ráfaga de problemas
Tampoco la Liga Nacional de Basquetbol (NBA, por sus siglas en inglés) puede escapar al problema del consumo de drogas y alcohol con la suspensión por cinco partidos para la estrella Chris Webber, de los Kings de Sacramento, tras violar la reglamentación vigente.
Sin embargo, tanto el sindicato de jugadores como la liga protegen al máximo el contenido de la violación y no está permitido conocer la naturaleza de la misma de acuerdo al convenio colectivo.
Mientras, los Celtics de Boston y el sindicato de jugadores tienen pendiente una mediación por el caso del alero Vin Baker, al que despidieron después que no cumplió con el programa de rehabilitación al que voluntariamente se acogió.
La decisión de los Celtics costó a Baker la pérdida de los dos años de contrato que aún le quedaban y un salario de 36 millones de dólares.
Los críticos a las políticas que utilizan las distintas ligas profesionales para controlar el consumo de drogas, estimulantes y alcohol insisten en que mientras no se establezca el concepto de ?cero tolerancia? y castigos ejemplares, la pérdida de imagen y credibilidad seguirá aumentando.