Mientras en el recién acuerdo, firma o cumbre de Monterrey el sistema protocolario y económico mundial celebra con optimismo ¿?, el pueblo en general lo mira con escepticismo.
Los representantes de la casta divina de las naciones cada vez caen en más errores, todo gracias a las adulaciones y glamour que se derrocha en dichas cumbres con discursos y firmas incurrentes y fuera de lugar y de la misma realidad. México arma una tramoya digna del mejor Oscar en el Parque Fundidora de Monterrey, Nuevo León y se gasta bajita la mano en seguridad, hoteles, cenas, caravanas y otros manejes plenipotenciarios más de 50 millones de dólares.
Para un país tercermundista como el nuestro, aparentar y hasta ser capaces los gobernantes de llegar a la mitomanía y pensar ser parte del primer mundo, es sin duda una constancia de que las medusas voladoras y los alebrijes moran en sus triviales cerebros. Sería tedioso enumerar los acuerdos y tratados que México ha firmado con otros países y más penoso es señalar a las cumbres que nuestros representantes y bufones van, esto claro con lana de nuestros impuestos.
El pasado Foro Mundial (22-23 enero 2004) fue celebrado en Davos, Suiza, donde empresarios y dueños del mundo se reunieron y ante el poder económico las conferencias sobraron y los discursos dirigidos a “la reducción de iniquidades” resultó frustrante e insultante para cualquier país bananero como el nuestro y que cualquier parecido a un discurso de Luis Echeverría en los años setenta en época priista será pura coincidencia.
Del TLC (Tratado de Libre Comercio) firmado con Canadá y los EUA aún para nuestra nación representa una infranqueable traba, por las reglas e incomodidades que ofrecen, dando siempre ventajas a los países poderosos. El pacto andino, una firma a un papel donde sólo quedó en el nombre, lo mismo pasó con el acuerdo de los 15 con países de la región Centro y del Caribe suscriben un acuerdo (cualquier parecido con el torneo de Concacaf es mera casualidad). Y si de acuerdos y pactos domésticos se trata, nuestros gobernantes y funcionarios no cantan tan mal el folclor. Los gobernadores para no quedarse sin sus acuerdos lanzan declaraciones y pretenden inventar huevos cuadrados, con la Declaración de Cuatrociénegas (2003) impulsando el federalismo, estableciendo el nacionalismo y defendiendo la soberanía.
El presidente Fox a principio de su Gobierno firma el Acuerdo para la Educación, con el secretario de la SEP Reyes Tamez Guerra y como testigo entre otros está la guía moral Elba Esther Gordillo, hasta la fecha dicho acuerdo quedó sólo en buenas intenciones, el país sigue sumido en el oscurantismo y el tan caro acuerdo sigue siendo letra muerta. El Acuerdo para el Campo, suscrito para no variar por Fox y el secretarios de Agricultura Javier Usabiaga y Heladio Ramírez secretario de la CNC, es un tratado colapsado e irónicamente este acuerdo o pacto sólo incrementó más la migración del campo a la ciudad o a los Estados Unidos de Norteamérica.
Deben entender los gobernantes que nuestro mal fundamentado sistema no está disponible para los acuerdos que ellos los funcionarios o el mismo presidente en turno lleve a cabo, porque para desgracia de la población lo hacen tomando en cuenta su currículo político y nunca como un bienestar social como debiese ser, ya que desgraciadamente como usos y costumbres en México los acuerdos y pactos son negocios y están establecidos por tres reglas generacionales: la política, la burocracia y sin duda, un espectro nacional llamado corrupción.
Pero para mis tres lectores, la pregunta sigue en pie ¿qué ha ganado el pueblo con tantos tratados, pactos, acuerdos y cumbres? No se me desvaloricen, ya que pronto tendremos otro show en la “Cumbre de Guadalajara”, le atinó, nos costará una carretada de dólares. Correo electrónico: linga_1031@hotmail.com
