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Conceder/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Hablamos (el Presidente y yo) del peligro de división de nuestro país y de la necesidad -la desesperada necesidad- de unidad”.

John Kerry

Cuando el senador John Edwards, candidato demócrata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, salió sonriente y enérgico ante los medios de comunicación en la madrugada de ayer para afirmar que había que esperar a que se contaran todos los votos —que era otra manera de decir que su equipo no estaba dispuesto a reconocer la derrota en los comicios presidenciales— ya resultaba muy evidente que su partido había perdido la elección.

Para ese momento estaban contabilizados el 97 por ciento de los precintos del crucial estado de Ohio y el presidente George W. Bush tenía ahí una ventaja de 140 mil votos sobre el demócrata John Kerry. Pretender que con los votos que faltaban se podría remontar esa diferencia era iluso o perverso.

Por eso mismo ayer Kerry revirtió la decisión de cuestionar el proceso e hizo lo que debe hacer todo candidato con sentido de responsabilidad que ha perdido una elección y quiere asegurar la unidad nacional: reconoció su derrota y felicitó al ganador.

Es esto lo que los estadounidenses llaman “conceder”. Muy pocos políticos mexicanos entienden la importancia de reconocer una derrota. Aquí la lucha ciega por el poder se extiende semanas e incluso meses después del final de una elección. De hecho, lo más común en nuestro país es que el candidato perdedor nunca reconozca su derrota.

La experiencia de 2004 y 2000 debe dejar en claro, por supuesto, que el sistema electoral de los Estados Unidos no es ya un ejemplo para nadie. Es verdad que la Unión Americana tiene la democracia más antigua del mundo. Pero lo que era sensato en 1787, cuando se promulgó la Constitución, o en 1789, cuando se llevaron a cabo las primeras elecciones presidenciales en los Estados Unidos, ya no lo es ahora.

El sistema de elecciones por estado, en el que se escoge un colegio electoral que después emite otro voto cuyo sentido puede ser distinto al del sufragio popular, pudo haber tenido sentido en un momento en que las antiguas colonias británicas de Norteamérica acababan de tomar la decisión soberana de unirse en una federación pero buscaban preservar sus derechos.

En aquellos tiempos las comunicaciones eran primitivas y la gente rara vez se mudaba de un estado a otro. Votar dentro de la comunidad y permitir que ésta representara al ciudadano en un colegio electoral federal, tenía cierta lógica.

Pero hoy la Unión Americana es un país unido en el que las fronteras entre estados no se notan y en el que la población se muda constantemente. En una república así el que no exista un sistema electoral unificado para elegir al Presidente por voto popular es un anacronismo. Lo único que evita que este sistema se desmorone es la buena voluntad de muchos estadounidenses, entre ellos los candidatos perdedores cuando reconocen sus derrotas.

El triunfo de Bush, libre ahora de las dudas que afectaron los comicios de 2000, refleja el sentir de un electorado que se siente todavía agraviado por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Una reciente encuesta de opinión señalaba que, entre quienes pensaban votar por Bush, un 70 por ciento creía que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva y había tenido algo que ver con los ataques terroristas.

De poco sirvió que la falsedad de ambas suposiciones haya quedado registrada en los medios de comunicación. Millones de estadounidenses simplemente no se dieron por enterados.

Pero muchos estaban convencidos de que el presidente Bush actuó con valentía y vigor al vengar los atentados, aun cuando la venganza haya recaído sobre alguien que no tenía nada que ver con los ataques y a pesar de que el verdadero autor de éstos, Osama bin Laden, sigue libre y conspirando.

El resultado de las elecciones confirma que Estados Unidos es un país dividido en temas fundamentales. Todo el centro de la Unión quedó en manos del Partido Republicano. Los estados de la costa del noreste, de la frontera norte y de la costa oeste, sin embargo, emitieron un voto sólido por Kerry.

Tratar de preservar la unidad de una nación con visiones tan distintas no es fácil. Un primer paso, por supuesto, ha sido la decisión del senador Kerry de reconocer su derrota sin iniciar los litigios que podrían haber prolongado el proceso electoral durante meses.

El siguiente paso ha sido del presidente Bush, al decirle públicamente a quienes votaron por Kerry que buscará ganarse su confianza.

Billetes

Dicen que los nuevos billetes de mil pesos que ayer anunció el Banco de México son necesarios antes de las elecciones de 2006. Los políticos no pueden estar llenando maletines y bolsillos con billetes de menor denominación porque resultan demasiado voluminosos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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