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SAN JOSÉ, COSTA RICA.- En los muros de la capital de Costa Rica se ven pocos graffitis, pero entre ésos se destacan “Muerte a los corruptos” y “Ajusticiar a (Rafael) Calderón”, en referencia a uno de tres ex presidentes que en cuestión de meses se vieron envueltos en escándalos de corrupción.
El país centroamericano, apodado “la Suiza de Centroamérica” por su estabilidad política y sus altos niveles de educación y salud, que la diferenciaron del resto de la región, está indignado, pero confía en que su democracia saldrá ilesa de estos casos, porque dos de los involucrados ya están en prisión.
El ex presidente Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002), tras un paso fugaz como secretario general de la OEA, fue detenido a inicios de octubre acusado de corrupción, cohecho y enriquecimiento ilícito.
Semanas después, cayó Rafael Calderón (1990-1994), hombre fuerte de Costa Rica en su momento, acusado también de corrupción, y cinco días después el ex mandatario José María Figueres (1994-1998) debió renunciar a su cargo en el Foro Económico Mundial de Davos, aunque todavía no ha sido citado por las autoridades.
Figueres es acusado de haber recibido ilegalmente 900 mil dólares de la empresa francesa Alcatel, una de las proveedoras de equipos telefónicos mayores de Europa, que había sido contratada por el estatal Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), que también ofrece servicios de telefonía.
Uno de los aspectos que indigna a muchos “ticos” es que Figueres y Calderón son hijos de ex presidentes que fueron caudillos en la segunda mitad del siglo XX y que contribuyeron a crear el llamado “estado benefactor” costarricense.
“Es una vergüenza que hayan manchado los nombres de sus padres, que crearon instituciones enormes aquí en Costa Rica”, dijo el taxista David Sánchez, de unos 35 años, aludiendo por ejemplo al ICE, fundado por Figueres padre.
Para analistas y políticos, es falsa la idea de que Costa Rica fuera un Estado sin mancha, porque incluso el actual presidente, Abel Pacheco, ha sido acusado de recibir ilegalmente fondos para su campaña electoral.
De lo que se trata ahora, opinaron, es de que las instituciones respondan y que funcione la separación de poderes, como parece indicarlo el hecho de que Calderón y Rodríguez estén en prisión.
“Costa Rica no era un paraíso en la tierra donde no hay corrupción. Pero hay una institucionalidad que impide que quede impune”, dijo el analista político Rodolfo Cerdas.
Según Cerdas y el director del centro de estudios Flacso, Carlos Sojo, la resistencia del país a las privatizaciones -a diferencia del resto de la región- hizo que los grupos de poder no pudieran beneficiarse de tales procesos y se precipitaran a tercerizaciones, como la de Alcatel.
Costa Rica mantiene en manos del Estado áreas clave como la telefonía y la electricidad.
“Aquí lo que hay es la culminación de un proceso de privatización solapada de las instancias públicas que se tiene que revisar a fondo y que puede dar como resultado el inicio de una etapa de transformaciones políticas y sociales”, dijo Sojo.
Pero auguró que el golpe podría ser “mortal” para el gobernante Partido Unión Social Cristiana (PUSC), de Calderón y para el opositor Partido de Liberación Nacional (PLN), de Figueres y del Premio Nobel de la Paz y ex mandatario Óscar Arias, en medio de un abstencionismo electoral creciente.
El ex ministro de Trabajo de Rodríguez, Víctor Morales, dijo que urge una renovación en los partidos, para lo cual ya se ha destapado como candidato presidencial por el PUSC a las presidenciales de 2006.
“Debe depurarse la forma de hacer política, pero también de hacer negocios, porque los corruptores fueron empresas transnacionales aliadas con empresas nacionales”, indicó.
