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Conmemoran líderes el Día D

EFE

CAEN, FRANCIA.- Los antiguos aliados y enemigos de la II Guerra Mundial en Europa silenciaron sus diferencias para, con la vista puesta en lo que les une, conmemorar ayer con toda solemnidad el 60 aniversario del desembarco en Normandía y rendir homenaje a sus héroes.

Un desembarco en el que “se jugó el destino de Francia, de Europa y del mundo”, en palabras del presidente francés, Jacques Chirac, anfitrión de estos actos organizados bajo medidas extremas de seguridad, propias de un mundo posterior al 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y del 11 de marzo pasado en Madrid.

Los momentos más señalados tuvieron como escenarios el cementerio militar estadounidense de Coleville-sur-Mer, que domina la playa conocida como “Omaha la sangrienta”; la vecina Arromanches, donde 133 veteranos de todos los países del “Día más largo” fueron ovacionados por sus líderes y los de Alemania y Rusia y el Memorial de la Paz, donde Francia y Alemania celebraron su reconciliación y amistad así como la nueva Europa.

En Coleville, donde un cielo azul radiante reemplazó la espesa niebla matutina, Chirac y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, rindieron tributo a los nueve mil 386 soldados que duermen allí el sueño eterno y a través de ellos, a los más de 20 mil estadounidenses que dieron su vida en la Batalla de Normandía.

Bush dijo que la alianza forjada entre EU y Europa en aquella guerra es “fuerte” y sigue siendo “necesaria” hoy y aseguró que si hiciera falta, su país volvería a sacrificarse por sus amigos.

El titular de la Casa Blanca, cuyo tributo póstumo a uno de sus predecesores y artífices del fin de la guerra fría, Ronald Reagan, fallecido el sábado, fue aplaudido, recordó que Francia “fue el primer amigo de Estados Unidos” y centró su intervención en las gestas de los héroes, anónimos o no, del Día D.

Chirac, que en los desacuerdos sobre Irak en 2003 fue acusado de ingrato en Washington, aseguró que “Francia “nunca olvidará” lo que debe a EU, “amigo de siempre” y a todos sus aliados, gracias a los cuales “Europa por fin reunificada vive en paz, libertad y democracia”.

El “glorioso combate” de los héroes de 1944 tiene “una exigencia para el futuro, un deber para el presente”, dijo, al subrayar que “no hay futuro sin fidelidad a las lecciones de la Historia”.

Al “deber de memoria sumó el de “vigilancia” contra los fermentos de odio nutridos por “el oscurantismo y la intolerancia”, y el de “fidelidad a nuestros valores” para construir la “sociedad del respeto y del diálogo, de la tolerancia y la solidaridad, que fue la esencia misma del combate que conmemoramos”.

Después de un almuerzo oficial en Caen, sobre cuyo contenido no trascendió nada, salvo el menú, los 24 jefes de Estado y Gobierno acudieron a la “ceremonia internacional” de Arromanches, donde el Día D desembarcaron más de 20 mil soldados británicos.

En ese emotivo acto de gratitud y reconciliación, al ritmo de desfiles militares, estruendosos vuelos de cazas y una parada naval, las estrellas fueron los veteranos octogenarios, tres de los cuales desfilaron en silla de ruedas, antes de que 14 de ellos recibieran la Legión de honor de manos de Chirac, con el tradicional abrazo.

“La antorcha” de la “libertad y del derecho, de la dignidad y del respeto de los hombres, la justicia y la democracia, que llevásteis “tan alto y tan lejos” sigue “alumbrando nuestro camino”, recalcó.

El presidente francés celebró los viejos lazos de “amistad, valores compartidos, confianza y respeto mutuo entre su país y EU y señaló que todos los países de Europa “saben” hasta qué punto la Alianza Atlántica sigue siendo “frente a las nuevas amenazas” un elemento “fundamental de nuestra seguridad colectiva”.

Tras mencionar uno por uno a todos los otros aliados de la II Guerra Mundial, pero también, en presencia de Vladimir Putin, a los “heroicos soldados del Ejército Rojo”, evocó al general de Gaulle y a los “soldados de la libertad venidos también de Francia”, como el comando Kieffer, que el Día D tomó Ouistreham, donde sus supervivientes fueron homenajeados ayer, en el acto nacional francés de las casi 20 ceremonias que concluirán mañana, con una noruega.

El carácter “ejemplar” de la “reconciliación franco-alemana”, evocado por Chirac en Arromanches, se plasmó plenamente en la ceremonia presidida por Chirac y el canciller Gerhard Schroeder, primer dirigente de Alemania que acude a estas conmemoraciones.

En Memorial de la Paz, el dirigente germano, nacido dos meses antes del Desembarco y Chirac se dieron un abrazo como “hermanos”, en palabras del segundo.

Un acto simbólico en el que los dos dirigentes pasaban definitivamente la página de la II Guerra Mundial, como habían pasado la de la Primera Francois Mitterrand y Helmut Kohl, unidos de la mano, ante el campo regado de sangre de santo de Verdun, en 1984.

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