En esta colaboración y la de la semana próxima vamos a olvidarnos del Grinch que nos dejaron los “legisladores”, por lo que haremos algunos comentarios relacionados con estas fechas.
Carteras alrededor de todo el mundo claman misericordia conforme el calendario empieza acercarse al último mes del año.
Varias son las razones que nos hacen perder la vertical: la primera es simple: enfrentamos mayores gastos.
En segundo lugar sufrimos de una “ilusión de abundancia”, al tener mayor liquidez, por los pagos de aguinaldo y bonos de fin de año, asumimos que podemos gastar más pero, por alguna razón, siempre distorsionamos la proporción de los que realmente podemos solventar.
Somos, también, víctimas de la presión de la sociedad y el medio de publicidad por comprar, comprar, comprar para adecuarnos a las expectativas de la temporada.
Por último, no podemos negar la existencia de un cierto espíritu navideño que nos hace sentir más expresivos y generosos.
Sin embargo, con una serie de sencillas estrategias y consejos puedes minimizar el daño que esta temporada causa a tus finanzas personales y, con un poco de empeño, puede ser que hasta consigas ahorrar.
Estrategias para enfrentar la temporada
Sé tu propio Santa Claus. Al recibir tu aguinaldo o bono de fin de año separa automáticamente una cantidad (entre 15 y 20%) y deposítala en una cuenta poco líquida a la que no puedas tener acceso hasta después del 15 de enero.
Éste es quizá el mejor regalo que recibas.
Haz una lista. Empieza por determinar tu presupuesto navideño.
Después haz una lista de todos los regalos que tienes que hacer y el precio máximo que vas a gastar en cada uno.
No olvides incluir un apartado para gastos de decoración y otro para gastos de fiestas, comidas y cenas.
Revísala dos veces. La clave para no gastar de más en esta temporada es sencillamente dar menos regalos. Elimina de tu lista a aquellas personas que regalas sólo por compromiso.
No seas un Tacaño pero procura tachar todos los regalos que sean por compromiso y opta en vez por enviar a esas personas bonitas tarjetas con mensajes personalizados (incluir un poema o un texto bonito es un detalle que vale mucho, llama la atención y no cuesta nada) o algo hecho en casa, como galletas o mermeladas.
Pregúntales. Procura preguntar directamente a la gente cercana qué es lo que quiere de regalo. No sólo con los niños, vía las cartas a Santa Claus, también con los adultos. Esto te va a evitar dar vueltas y comprar cosas que la otra persona no quiere o necesita.
Poco y bueno. En cuestión de regalos opta por regalar mejores cosas aunque sea en menos cantidad.
Si tienes 500 pesos asignados para tu esposa, es mejor comprar un collar de este precio que tres piezas diferentes de 180 pesos cada una.
Empieza temprano. Inicia tus compras navideñas lo antes posible. Las compras de última hora sólo llevan a la desesperación y derroche.
Aguanta hasta el final. Existen cientos de baratas post-navideñas por lo que una buena idea es regalar “vales” que avalen la entrega de productos que vas a comprar a principios de enero.
Todos para uno. En lugares donde todo mundo tiene muchos compromisos, la oficina por ejemplo, organiza un esquema de “amigo secreto” en donde cada quien sea responsable de regalarle sólo a una persona en particular.
Come menos. Reduce al máximo las comidas y cenas de fin de año (con los de la oficina, con los cuates, con los clientes). Elige cuidadosamente a cuáles de ellas asistir.
Por último, y aunque suene cursi, deja que te inunde el verdadero espíritu navideño, el que entre la locura de las compras frecuentemente olvidamos: haz de estas fechas un momento para reflexionar y aprovecha tu riqueza más grande: la compañía y amor de tu gente querida.
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