Quienes visitaron China hace cinco o diez años, encontraron las calles llenas de bicicletas y de gente con uniformes de un color indefinido mezcla de verde, azul y gris, de mirada triste y quienes se quedaban asombrados cuando veían los pocos coches que en ese tiempo circulaban y observaban detenidamente los zapatos de los turistas de aquel entonces. Hoy, son los visitantes quienes contemplan admirados las nuevas y amplias avenidas llenas de automóviles nuevos de marcas famosas, los jardines y los enormes rascacielos recién construidos y muchos más en construcción. Los habitantes lucen zapatos y tenis además de cámaras digitales y se ven contentos con la nueva situación. El evidente progreso impacta a todos los visitantes y la cantidad de grúas que trabajan en la construcción de nuevos edificios de arquitectura refinada es impresionante.
El retrato de Mao Tse Tung en la plaza de Tiananmen –la cual es varias veces más grande que el Zócalo de la ciudad de México- es mudo testigo del innegable triunfo del capitalismo que ha sacado a China de la pobreza y la ha convertido en lo que nunca fue bajo el sistema comunista: una potencia económica mundial. Este país comenzó a saborear las ventajas del progreso cuando se decidió a sufrir una metamorfosis completa. La revolución cultural de Mao no fue sino un rotundo fracaso y todos los intentos por justificar el sistema comunista, en lugar de traer bienestar al pueblo, lo estaban hundiendo en la peor de las miserias. Den Xiao Ping dijo que “enriquecerse es glorioso” e inició el cambio hacia la revolución capitalista. Hoy, ya no se mueren de hambre, como antes, cientos de miles o millones de chinos por falta de alimentos, ¿el secreto?, ¡ninguno! Simplemente reformas económicas y legales impulsadas por el gobierno y casi quince años del arduo trabajo del pueblo chino, lo que a traído como resultado el colocar la brújula de China apuntando certeramente hacia el desarrollo.
De clase media pobre, más de 300 millones de chinos han pasado a formar parte de la clase media alta con ingresos que en su nivel más alto superan los 100 mil dólares por año y en los primeros 7 años de reformas, de 1990 a 1997, los ingresos medios de la población, aumentaron 60%, manteniendo estables los precios. En la actualidad, esos ingresos medios, se han vuelto a multiplicar. En casi una década y media, China creó un mercado de consumidores con buen poder adquisitivo, más grande que todo el mercado de Estados Unidos. Casi todos los hogares urbanos tienen televisor de color y cuatro de cada cinco hogares tienen refrigerador y lavadora automática; el 90% de los chinos urbanos son dueños de su casa y más de 200 millones de hogares cuentan con televisión por cable y, en este segmento, China es el principal mercado mundial. En cuanto a telefonía celular, China también es el número uno del mundo con más de 250 millones de aparatos y este número aumenta dos millones por mes. La telefonía fija ha crecido a más de noventa veces el número de líneas que tenía hace quince años. En los últimos diez años, China ha tenido un crecimiento económico cercano al 10% anual, sus exportaciones han aumentado de cuatro mil 600 millones de dólares al año a 380 mil millones de dólares anuales.
China está muy lejos de los Estados Unidos y a pesar de ello, ya desplazó a nuestro país como segundo exportador a la Unión Americana. El próximo año, las exportaciones globales de China serán iguales a las de Japón y para el año 2010 serán el doble. ¡Asómbrese!, en diez años, China ha construido ciento cuarenta y siete aeropuertos modernos. Los chinos abrieron su economía, el Estado privatizó casi todas sus empresas, se cambió la constitución para permitir la propiedad privada, la energía eléctrica la producen empresas privadas, la petroquímica también es privada, el estado solamente vende la gasolina. Aunque China importa gran parte del petróleo que consume y lo refinan compañías privadas extranjeras, así y todo, el costo de la energía para las empresas y para los ciudadanos es apenas la tercera parte de lo que pagamos los mexicanos. A diferencia de México, China ya hizo la tarea completa. La iniciativa privada da empleo a más del 80% de la fuerza laboral de todo el país, la inversión extranjera directa es de 500 mil millones de dólares anuales que provienen de empresas multinacionales, mientras a México llegan solamente 10 mil millones de dólares anuales.
En 1978 había 250 millones de chinos en situación de pobreza extrema, con ingresos inferiores a los 687 yuanes –unos veinte centavos de dólar- por día. Hoy, solamente hay 30 millones de chinos en esa situación. Sin duda los chinos están viviendo grandes momentos de prosperidad, muchos de ellos ya no se juegan la vida subidos en una bicicleta, ahora manejan automóviles Audi, Mercedes Benz, BMW, Nissan, Jaguar, Jetta, Pasatt y otros, aunque haya quienes opinen que mucho se lo deben también a la piratería, contrabando, corrupción, prácticas ilegales de comercio y que ello ha contribuido a su gran éxito.
Mientras que otras economías están logrando un enorme desarrollo –China , India, Tailandia, Vietnam, Malasia, Singapur, Guatemala, Panamá, Pakistán- la economía de nuestro país muestra signos de inamovilidad perdiendo con ello la oportunidad histórica de crecer al mismo ritmo que sus principales socios comerciales. La inamovilidad nunca será el camino a seguir, mucho menos cuando vemos como China ha penetrado en nuestro mercado interno haciendo a un lado la producción nacional de sectores clave de nuestra economía como el textil, la confección, el calzado y los juguetes, entre otros.
Los mexicanos debemos identificar nuestras enormes áreas de oportunidad y resolver nuestras debilidades aprendiendo de las experiencias y de los errores de otros países. Las proyecciones indican que para mediados de este siglo, las seis potencias económicas más importantes serán Estados Unidos, Japón, Brasil, Rusia, India y China de continuar con las tendencias actuales; estos últimos cuatro países han venido adoptando medidas para adecuar su marco político y legal para hacerle frente con éxito a la globalización y a la feroz competencia mundial. Hay factores históricos y culturales que explican los éxitos y los fracasos de las naciones y debemos estudiarlos y entenderlos para que también la brújula de México apunte con certeza hacia el desarrollo.
Comarca Lagunera. Octubre, 2004.
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