Por lo general, la gran mayoría de los ejecutivos dedican casi todo su tiempo y sus energías a buscar ventajas competitivas para su empresa como las estrategias de negocio, los planes de mercadotecnia, la tecnología y otras áreas que se basan en la propiedad intelectual o en el capital y eso no es discutible sin duda. Pero la ubicuidad y los avances en la disponibilidad de la información reducen la viabilidad permanente de estas ventajas y los períodos de diferenciación en este sentido, son en la actualidad muy cortos.
Pero hay una ventaja competitiva que está al alcance de cualquier empresa que la desee y sin embargo continua siendo ampliamente ignorada, además, esta ventaja sigue siendo tan viable como siempre lo ha sido pues su base no es ni la propiedad intelectual ni la información. Esta ventaja es la salud de la organización y es a la que dedican un tiempo considerable aquellos que por sus resultados se catalogan como ejecutivos extraordinarios.
Una empresa es sana cuando tienen menos política, sus empleados no se encuentran confundidos, están bien informados, saben cual es el rumbo que la empresa ha elegido y tienen una alta moral y productividad, por ello, tienen baja rotación de personal y menos gastos de reclutamiento que una empresa enferma. El primer paso para lograr una organización sana es aceptar que la salud organizacional resulta sencilla en teoría, pero difícil de ponerla en practica, pero “como el viejo decía: si las cosas que valen la pena fueran fáciles, cualquiera las haría”. Se requieren altos niveles de compromiso, valor y consistencia pero, por otro lado, no es nada complicada y no requiere de análisis complejos pues incluso lo fundamental en ella es mantener la sencillez de las cosas. El segundo paso consiste en dominar las cuatro disciplinas básicas para la salud organizacional.
La primera disciplina consiste en construir y mantener un equipo de liderazgo unido, ésta es la más crítica de las cuatro disciplinas y ella hace posibles las otras tres. Es imprescindible que para lograrla exista un fuerte compromiso entre el líder que la promueve y el resto del equipo ejecutivo. La confianza es el fundamento de un equipo de liderazgo unido, ésta elimina la politiquería, la ansiedad y el desperdicio de energía, pocos ejecutivos logran lo anterior y sin duda la politiquería es el factor que más daño hace a la salud organizacional pero a menudo los ejecutivos subestiman su magnitud y el impacto que tiene sobre la empresa y su gente.
Los equipos unidos son eficaces, toman decisiones con mayor rapidez y discernimiento que los desunidos y saben que sus colegas realmente se comprometerán con el plan acordado y lo cumplirán. Uno de los mejores indicadores de que un equipo es unido es que sus reuniones son apasionadas, intensas y agotadoras, pero nunca aburridas. Las reuniones son estimulantes y son verdaderos foros en donde se plantean preguntas difíciles, se ponen a prueba las ideas de los demás y se llega a tomar decisiones que todos finalmente apoyarán por el mejor interés de la empresa.
La segunda disciplina es crear claridad en la organización. La claridad de la organización no consiste solamente en elegir las palabras más adecuadas para enunciar la misión, la visión, las estrategias y los valores de una compañía, sino en establecer los conceptos fundamentales que las inspiran. Una organización sana minimiza el potencial de confusión estableciendo claramente por que existe la organización, que valores de comportamiento son básicos en ella, en que área especifica de negocio se ubica, quienes son sus competidores, cuales son sus fortalezas y sus debilidades, que trata de lograr y quien es específicamente responsable de que. Todo lo anterior proporciona a los empleados un vocabulario común y una idea muy clara de lo que es importante para la empresa y lo que no lo es y les permite a todos tomar decisiones y resolver problemas sin supervisión ni consejos constantes por parte de la dirección de la empresa.
La organización que ha alcanzado la claridad, es unida en todo lo que hace, usa eficientemente sus recursos, particularmente los humanos y los alinea en torno a conceptos, valores, objetivos y estrategias comunes logrando con ello la sinergia que toda empresa necesita. Cuando todos los empleados de una empresa comparten una misma comprensión de donde están y hacia donde se dirigen, de cómo será el éxito, quienes son sus competidores, el nivel de servicio en el que se encuentran y de que es lo que hay que lograr para cantar victoria, en una empresa como esa de dan unos niveles extraordinariamente bajos de pérdida de tiempo y de energía y un muy elevado compromiso de todos sus miembros.
Si todos los ejecutivos quieren lograr lo anterior, ¿por qué la mayoría de ellos no hace nada por lograr esa claridad en la organización? Porque muchas veces dan por supuesto que los empleados deberían adivinar por sí mismos que es lo que la empresa quiere de ellos. Ven el tiempo invertido en crear esa claridad como un tiempo improductivo dedicado al “rollo”, no se quieren meter en la bronca de crear y fomentar valores en los empleados porque ellos mismos no están dispuestos a poner el ejemplo ya que el compromiso, para que sea efectivo, debe fluir desde la cima de la organización. Además, aunque los ejecutivos saben todos los beneficios que la claridad de la organización emana, no están dispuestos a invertirle tiempo dinero y esfuerzo en esto que garantiza la permanencia de la empresa porque se otorgan a sí mismos el lujo engañoso y peligroso de postergar la toma de decisiones vitales cambiando constantemente de planes sobre la marcha.
Equipo de liderazgo unido y claridad de la organización, esas son dos de las cuatro disciplinas que deben ser obsesivas para los ejecutivos que busquen lograr tener una empresa sana. La próxima semana explicaremos los dos restantes.
Comarca Lagunera.
Septiembre de 2004.
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