EL SIGLO DE TORREON
La percepción que tenemos la gran mayoría de los mexicanos acerca de los políticos era mala, pero ahora es peor. Esa percepción se la han ganado y se la siguen ganando a pulso. No hay día en que no sepamos a través de los medios, de alguna acusación entre ellos, de alguna medida de presión para lograr sus objetivos, aunque dichas medidas de presión estén fuera de la ley. A diario se sacan mutuamente los trapitos al sol y hacen lo que se les pega la gana para descalificar a sus contrarios en la búsqueda de futuras posiciones; diputados y senadores se mofan del pueblo violando la ley, escudados en algo que ya no tiene razón de ser: el fuero. Sin embargo, ninguno de los legisladores es capaz de proponer que dicho fuero desaparezca para que ya no sea usado por ellos como escudo para pisotear la ley sin recibir castigo alguno.
Quienes deberían ser ejemplo de respeto, esfuerzo, tolerancia, trabajo, honestidad y amor a México, día a día hacen todo lo contrario pues se gastan en viajes y casinos el dinero del erario, piden sobornos para favorecer negocios con sus influencias, reciben dinero en maletas y hasta en los bolsillos del saco, irrumpen violentamente en la sede del congreso, toman edificios de su propio partido por la fuerza y solo un pensamiento los mueve: hacer lo que sea, con quien sea y donde sea para seguir en el presupuesto. ¿Que confianza le pueden infundir al pueblo con todos estos actos? , ¿Quien votaría por seudo líderes que simplemente al verlos, por su facha, los identificamos de inmediato como bribones, cínicos y sinvergüenzas, como aquel que mando tomar la sede del partido al que pertenece?. Si la enjundia que le ponen a sus deseos de influencia y poder la usaran para trabajar por México, con toda seguridad nuestro país estuviese mejor que como siempre ha estado. No les importa el cargo que ya ostentan hoy pues ese ya lo tienen, sus esfuerzos los dirigen no a trabajar en lo que deben, sino a grillar para seguir en el futuro viviendo y viviendo bien, de los impuestos de todos los mexicanos.
A los mexicanos nos duele que el país esté perdiendo competitividad y a nuestros legisladores no les importa, pues la competitividad es algo que ellos nunca han conocido, y para que ellos y ellas no sigan en la ignorancia, les doy la definición de este término por si acaso les pudiera interesar aunque sea por curiosidad: capacidad para competir mostrando ventajas sobre los demás. Tan malo el pinto como el colorado, desafortunadamente los pocos políticos que se esfuerzan por hacer bien su trabajo, se ven opacados completamente por la enorme mayoría de ellos que muestran a diario que lo único que les importa es su beneficio personal. Por otro lado, recientemente la televisión mostró escenas de la Cámara de Legisladores de Corea en las que mujeres legisladoras se enfrentan a sus colegas varones lanzándose violentamente entre ellos todo lo que encontraron a la mano. El comentarista de la televisión dijo que allá en Corea también tienen a su Dolores Padierna, que México no es la excepción en cuanto a mal comportamiento de los legisladores. Como dice mi tía Goya de El Cercado, Nuevo León: “mal de muchos, consuelo de penitentes”. El mal es mal aunque todo el mundo lo haga y el bien es bien aunque nadie lo practique.
Los políticos, en lugar de mostrar mejoría en su desempeño, van de mal en peor; no se le pueden pedir peras al olmo, que se puede esperar de muchos de ellos si ni siquiera reúnen el mínimo de características necesarias para tener un desempeño medianamente aceptable. Un editorialista de un diario regiomontano ha dicho desde hace muchos años que no es cierto que los pueblos tienen el gobierno que se merecen, pues los mexicanos nos merecemos uno peor. Nuestra apatía por los asuntos públicos y para exigir que los políticos rindan cuenta de su trabajo ha sido la causa de que éstos no se esfuercen por dar buenos resultados. La indiferencia y el desinterés de la sociedad en la participación para aportar soluciones a los problemas que enfrenta el país, es caldo de cultivo para que la irresponsabilidad de la clase política se manifieste en la falta de ganas de los políticos por trabajar asertivamente allanando de esta forma el camino para que México cambie, evolucione y se adapte a la competencia mundial y a la globalización.
¿Por qué los mexicanos somos tan excesivamente tolerantes con los políticos?, ¿Por qué si ya sabemos que la ley no se aplica “hasta sus últimas consecuencias”, permanecemos como si no pasara nada? Los que no nos dedicamos a la política tenemos que luchar a diario dando nuestro mejor esfuerzo para proveer a nuestra familia al menos de los más indispensable; los horarios de trabajo de ocho horas, quedaron en el pasado, mucha gente trabaja extensas jornadas y en muchas familias, la señora de la casa ha tenido la necesidad apremiante de trabajar doble jornada sacrificando el tiempo de convivencia con sus hijos para luchar por sobrevivir y llevar el sustento diario. Muchos empresarios, la mayoría, se esfuerzan por utilizar los recursos escasos en forma eficiente para hacerlos rendir, sufren cada día de pago para reunir lo indispensable para pagar a sus empleados y arriesgan todo lo que tienen apostándole a un futuro mejor. Muchos trabajadores llegan a su casa de noche en camión o en bicicleta después de un largo día de trabajo y de postre, después de la cena, no hay día en que la televisión en lugar de anunciar la culminación de las reformas que tanta falta le hacen a nuestro país, nos muestre la irresponsabilidad, el cinismo, la desvergüenza y el canibalismo de quienes deberían desquitar con creces los altos ingresos que tienen a costa del pueblo. Señores políticos: ¡¡pónganse a jalar!!
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