Por enésima ocasión, nos enteramos a través de los medios de comunicación de otro artero crimen, el asesinato de la Dra. Carmen Gutiérrez de Velasco. La Dra. Gutierrez de Velazco, destacada profesionista en el área de rehabilitación pulmonar y tabaquismo, fue designada además como La Mujer del Año en 1997. Con toda seguridad, los asesinos que por tres mil setecientos pesos segaron la vida de tan ilustre mujer, ni idea tenían del magnicidio que estaban ejecutando. Perdemos día a día la capacidad de asombro, la inseguridad, a pesar de las megamarchas en su contra, sigue siendo dueña y señora en la vida diaria de todos los mexicanos. El Procurador General de la República se queja de la falta de presupuesto para poder contar con los policías necesarios para mantener el orden: las autoridades ya no ven lo duro, sino lo tupido. En su incapacidad por controlar el orden, quieren atacar solamente los efectos y no las razones que los causan. Los delitos se siguen cometiendo y las propias autoridades reconocen que un gran número de los ciudadanos afectados no presentan la denuncia porque saben que nada obtendrán de ello. Hace más de un año comenté en este espacio que la Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales del Pasado o cualquiera que sea su rimbombante nombre exacto, serviría para dos cosas como dice mi tía Goya, de El Cercado Nuevo León: “para nada y para pura fregada”. Desde un principio se sabía si los supuestos delitos habían prescrito, entonces para que tanto teatro, ¿ cuanto nos costó y nos sigue costando a los mexicanos andar pretendiendo aclarar delitos que se cometieron hace muchísimos años? Hoy en día, hasta los niños de primaria saben que ésta tan sobada frase de los políticos cuando se refieren a un delito en el que están indiciados otros políticos acerca de que “se investigará hasta sus últimas consecuencias” significa NINGUNAS CONSECUENCIAS. En estos casos, mi tía Goya diría que “perro no come perro”, que “dos agujas no se pican” y que “entre gitanos no se vale la buenaventura”.
Para que escarbarle al pasado “hasta sus últimas consecuencias” si no habrá ningunas consecuencias y si otros delitos igualmente graves del pasado cercano o del presente, continúan sin castigo a los culpables; el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, las muertas de Juárez, y tantos y tantos delitos que no tendrán castigo para los culpables. Afortunadamente, la excepción confirma la regla, y en el caso de la Dra. Gutiérrez de Velazco, sucedió la excepción, los asesinos ya han sido arrestados y han reconocido su culpabilidad, ojala que éstos reciban castigo ejemplar para evitar que hechos como este asesinato se repitan y que no se le ocurra a alguien invocar los derechos humanos para proteger a los rufianes y al rato hasta candidatos a algo los postulen.
Y vaya que en México la justicia se hace la ciega, recientemente me enteré de que un joven de dieciocho años fue aprehendido acusado de pretender cambiar un billete falso de veinte dólares en Acuña, Coahuila. El joven, echado de su casa por haber embarazado a la novia, no tuvo otra opción que irse de su ciudad natal a Acuña en donde encontró trabajo como cajero de una tienda de servicio. Una noche al salir de su turno el supervisor le hizo ver que había aceptado por bueno un billete de veinte dólares falso y le indicó que tenía dos opciones: que le descontaran el dinero de su paga semanal o que hiciera el intento de comprar cigarrillos para recuperar la mayor parte de los veinte dólares y pagara así una pequeña diferencia. El joven fue sorprendido en el intento y denunciado a la policía. Explicó la verdad de los sucedido y obviamente el supervisor de la tienda negó los hechos y de esa forma días después, ante un caso de “justicia” expedita, el joven fue sentenciado a cinco años de cárcel y al conocer la sentencia, se cortó las venas para suicidarse pero el auxilio oportuno lo evitó y hoy purga su condena y seguramente pasados los cinco años, se graduará con honores de la maestría o doctorado en delincuencia en que lo convertirán los otros reclusos. Pero la justicia no le hace nada a quienes desviaron dinero de Pemex hacia un partido político y que no fueron precisamente veinte dólares, tampoco le hace nada a quien sorprenden guardando dinero de sobornos en una maleta y ante la falta de espacio en la misma, se guarda billetes en sus propios bolsillos, y tampoco aquí fueron veinte dólares. A quien “chamaquearon” (así se dice ahora sorprender) pidiendo sobornos millonarios, no precisamente veinte dólares, sin siquiera sonrojarse por ello, la justicia tampoco le llega y anda tan campante quitado de la pena como si no hubiera pasado nada. El secretario de finanzas del gobierno del D.F. gastó mucho dinero del erario, muchísimo más de veinte dólares en viajes a Las Vegas y en apuestas y todavía se da el lujo de andar tramitando amparos desde la clandestinidad para que la justicia siga brillando por su ausencia.
Se deben atacar los efectos y las causas de la inseguridad. La responsabilidad social del individuo con la sociedad deben ser el hecho básico de las relaciones de cada persona con la comunidad, esto, se les debería inculcar a los niños mexicanos en edad muy temprana y confirmárseles constantemente durante su desarrollo. No hay trucos ni secretos para un buen comportamiento social de la gente: es indudable que los posibles transgresores de la ley se verán disuadidos por la firme probabilidad del castigo. En Japón, por ejemplo, quienes comparecen ante la justicia por una falta, pueden esperar escasa simpatía. Al margen de los tecnicismos legales, el estándar es que el arresto equivale a la criminalidad.. La prensa así lo piensa y no vacila al condenar a los acusados mucho antes de que se haya demostrado la culpa (o la inocencia). En los juicios, los índices de absolución son muy bajos. De hecho, el fiscal principal del Tribunal Superior de Osaka se quejó públicamente del número cada vez mayor de los fallos de absolución en su área. El índice se había elevado al 0.46 por ciento, muy superior al promedio nacional de 0.21 por ciento.
La observancia de la ley y la responsabilidad social, son producto, la primera, de la seguridad de que los transgresores recibirán el castigo correspondiente y , la segunda de la educación continua del individuo desde la edad temprana, ¿ Tenemos la firme voluntad, gobierno y ciudadanos de empezar con ambas cosas en nuestro México?
Región Lagunera. Agosto 2004.
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