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Contexto Lagunero/ Ya no me ayudes, compadre

Juan Manuel González

Todos reconocemos que los valores, los adquieren las personas en su hogar, en el seno familiar, sobre todo con el ejemplo de sus padres; debemos reconocer también que el entorno influye, e influye mucho. La televisión es un factor del entorno que tiene mucha influencia en la formación de los niños y los jóvenes porque ellos dedican una buena parte del día a éste medio. Hasta hace poco tiempo, la televisión mexicana se caracterizaba por su ética y moralidad e incluso, cuando comenzaron a aparecer los signos de la globalización en la programación, varios organismos a nivel nacional, iniciaron campañas con la intención de preservar esas características de ética y moralidad. Finalmente, todo parece indicar que los empresarios de estos medios, atraídos por las enormes utilidades se fueron por el camino fácil dejándose arrastrar y arrastrando también a la sociedad mexicana a un deterioro paulatino y constante. Telenovelas insulsas, “talk shows” , noticieros deprimentes por su amarillismo, programas con “paneles de especialistas” que muestran lo mas bajo del comportamiento humano permitiendo incluso que los participantes se ataquen a golpes en proyección nacional. Las series norteamericanas de acción que se transmiten, muestran diversas maneras sofisticadas de matar, el sexo de forma totalmente explicita, el consumo de las drogas y la homosexualidad. Quienes deciden la programación en los canales de televisión, ¿Se preguntarán si lo que van a transmitir será de beneficio para quien los vea?. Quienes dirigen estos medios ¿Estarán conscientes de la gran responsabilidad que pesa sobre ellos? Puede ser que quienes dirigen y quienes deciden la programación, tranquilicen su conciencia pensando que en todo el mundo desarrollado los medios de comunicación así funcionan, pero debemos reconocer que no podemos afirmar que en esos países desarrollados se actúa constructivamente.

La forma de promocionar el nuevo segmento del programa Big Brother Vip es por demás ilustrativa: varias personas, entre ellas una mujer, totalmente desnudos indicando con ello que el público que los vea tendrá mucho de estas escenas, además de las ya clásicas leperadas, pleitos, chismes, conversaciones insulsas y manoseos grabados con cámaras infrarrojas. Definitivamente, se requieren condimentos más fuertes para hacer toser a los jóvenes de esté nuevo milenio. La televisión es un medio de comunicación que no está ayudando a la formación de valores y si fomenta muchos antivalores que en nada benefician a nuestra sociedad. Si todos somos testigos de este problemón en el que estamos metidos, la lógica debería indicarnos que es por demás urgente experimentar cambios antes de seguir como estamos.

Ya perdimos la capacidad de asombro, todo parece indicar que la televisión, mostrará en su programación todo lo que quiera mostrar con tal de tener el tan disputado “rating”. Albures, palabrotas, chistes de mal gusto, programas y telenovelas carentes de recato y todo tipo de escenas relacionadas con el sexo; ya nada nos mueve, ¿Quien les pondrá el alto? Por otro lado, los videojuegos le hacen segunda a la televisión en lo que se refiere a fomentar los antivalores en los niños y jóvenes . Las estadísticas, ni nos asombran y mucho menos ni les preocupan a la gran mayoría de los mexicanos: el 98% de los videojuegos contienen violencia, el 50% muestra hechos de sangre, y en el 70% de los juegos, quien los juega, tiene que matar a alguien. ¿Cual va a ser el resultado de todo lo malo que se ve en la televisión y en los videojuegos?, ¿A quien le vamos a echar la culpa de que nuestros jóvenes no tengan la menor motivación para planear su vida? No permitamos que la televisión los bombardee de información, programas y recomendaciones que a nada bueno los van a conducir. Muchos jóvenes muestran comportamientos inadecuados porque son el fruto de lo que todos los días se les subraya en la televisión como algo permitido y que debe de imitarse: irresponsabilidad, falta de respeto, hedonismo, violencia, consumismo, etc.

Por eso, después de los atentados de Nueva York, las autoridades norteamericanas se cuestionan la conveniencia de proyectar películas violentas las cuales son verdaderos seminarios y diplomados en donde los espectadores, en su mayoría niños y jóvenes, aprenden a hacer el mal. Seríamos muy inocentes si preguntáramos por que tantos niños pequeños norteamericanos han disparado armas en contra de sus compañeros y maestros, y por que en México, una persona arrolló intencionalmente con su automóvil a un grupo de alumnos y a su maestra. ¿Será porque ahora los genes vienen defectuosos? ¿O porque desde que nacieron han estado expuestos a la violencia y a los antivalorers a través de series y películas?

Actualmente sufrimos en forma constante por la información negativa que se actualiza a cada momento y que nos convierte en neuróticos teniendo miedo de todo y desconfiándole a todas las personas. Bajo estas circunstancias ¿Qué joven estudiante va a planear su futuro con entusiasmo?. Ya los jóvenes nos tomaron la medida, ya saben con toda certeza que , tratándose de hechos delictivos de alto nivel, las investigaciones “hasta las últimas consecuencias” significan ningunas consecuencias. Rateros, chantajistas, encubridores, malversadores de fondos públicos, políticos corruptos y desvergonzados a tal grado que ya ni se ponen rojos cuando dicen mentiras y que, como siempre, se escudan en los eufemismos; ahora a quien sorprenden negociando un soborno, resulta que no está haciendo nada malo, simplemente, lo chamaquearon y en lugar de sentir vergüenza y pagar las consecuencias, parece decir “no n os volverán a chamaquear”.

El futuro se construye con acciones decididas y cambios de actitudes, lo que nos pase será consecuencia del esfuerzo que desarrollemos o que no desarrollemos. Hay que hacer una tregua para volver los ojos a lo básico, a los valores y a las buenas costumbres, no fomentemos la violencia y los vicios. No se trata de mojigaterías, se trata de sembrar para cosechar, sembrar lo bueno para cosechar el bien, sembrar valores para cosechar autocontrol, sembrar ética y civismo para cosechar buenos ciudadanos.

Los empresarios de los medios de comunicación deben usar su creatividad para competir dignamente salvaguardando y fomentando los valores en la sociedad y admitiendo su corresponsabilidad en lo que nuestros niños y jóvenes puedan convertirse por la influencia de dichos medios. ¿Hasta cuando vamos a permitir que la mala programación televisiva influya negativamente en nuestros niños y jóvenes? Si en el seno familiar no se inculcan los valores, no permitamos que los malos medios les inculquen antivalores, a esos medios irresponsables y materialistas deberíamos de decirles. “¡ya no me ayudes, compadre!”

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jgonzalez2001@hotmail.com

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