A vuela pluma.
El alma de los laguneros resuena en las gradas del estadio cuando juega el Santos, cuando juegan básquetbol los Algodoneros y cuando juegan béisbol los Vaqueros del Unión Laguna. Resuena cuando escucha a la Camerata y cuando ve, con orgullo, que las perspectivas como región se han sabido transformar adecuándose a la globalización rompiendo paradigmas.
Legítimo orgullo, que no regionalismo a ultranza, es lo que nos mueve a los laguneros para luchar por la Laguna. No es de ahora ni por la proximidad de elecciones, es desde hace varios años gracias al empuje, optimismo, perseverancia y compromiso de un grupo cada vez más grande de gente que le dedica tiempo dinero y esfuerzo a “Fíjate en la Laguna” el cual ya es un proyecto de todos. Bien organizados, con una buena dosis de publicidad, pagada por laguneros y no regalada por nadie, los laguneros estamos inmersos en la promoción de nuestros propios productos para que sean consumidos por todos los habitantes de estas tierras. El buen juez por su casa empieza.
Tierras polvosas, definitivamente, quien uso en su escrito periodístico en la capital del estado este calificativo, al referirse a Torreón, lo hizo con la intención de insulto, para provocar a los laguneros. Polvosas tierras, es una característica de esta región poblada de hombres y mujeres que luchan cada día por tener una ciudad mejor que muestra a propios y extraños la importancia de los logros que se han obtenido sin ser capital de estado, ya que ha sido colocada por sus habitantes como uno de los polos de desarrollo más importantes del país. Los Torreonenses no nos sentimos menos ni desplazados ni ninguneados ni ofendidos ni mucho menos en la orfandad, al contrario, como cualquier otro coahuilense, igual que todos, nos sentimos orgullosos de nuestro estado y queremos que todos progresen sin importar el municipio en que se desenvuelven pues nos solidarizamos y queremos que el desarrollo sea equitativo y justo para todos en la medida de los esfuerzos que hagan por ello. Tampoco nos sentimos ciudadanos de segunda, nos sentimos ciudadanos de primera porque nuestra ciudad se ha desarrollado de manera impresionante gracias a la visión de autoridades, empresarios y la sociedad en general. Tenemos sueños y aspiraciones y en ese sentido trabajamos para hacerlos realidad. Aspiramos legítimamente a que un lagunero gobierne el estado para todos, si eso representa una amenaza para alguien lo mas seguro es porque teme perder algo si eso se hace realidad.
La gente ya está cansada de insultos y descalificaciones, con ello, no se construye el estado que queremos. Escandalosos, amenazadores, faltos de estirpe, argentinos de Coahuila que tienen de patrona a Nuestra Señora de los Malos Aires de la Laguna, sin otras opciones que beber cerveza y ver perder al Santos y cuyas almas resuenan únicamente en las gradas del estadio, sin identidad ni pertenencia ni linaje. Todo eso nos dijo. Tipos como el que vomitó tales epítetos en su artículo periodístico en Saltillo, fundamentan y validan la denigrante anécdota de los cangrejos mexicanos además de que con toda seguridad se aferran a los viejos paradigmas que siempre nos han frenado. Este tipo de personas en su todavía más pálido alfabeto no saben lo que significan conceptos como la acertividad o la inteligencia emocional y siguen apostándole al “ahí se va”, “que cada quien se rasque con sus uñas”, “no puedo”, “el que no tranza no avanza”, “si te dan, agarra; si te quitan, grita”, etc. Lo bueno de todo esto es que el coahuilense que ataca de esta forma a los laguneros lo hizo en esta ocasión “a vuela pluma”, porque si lo hubiera hecho con más enjundia quien sabe como nos hubiera ido. Que manera de echarse a perder la vida, una carga de encono tan pesada debe ser difícil de llevar a cuestas; teniendo a la mano la opción de ser y sentirse feliz, a veces la gente opta por vivir frustrada intentando echarle a perder la vida a los demás dedicándose a la fácil tarea de buscar lo negativo en todo. A final de cuentas, los laguneros, sabemos salvarnos de la influencia negativa de otras personas.
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