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Contradice la CIA la amenaza iraquí

EL PAÍS

Washington, EU.- En la valoración de las armas de Saddam Hussein en octubre de 2002, la CIA llegó a la conclusión de que Irak tenía en algunos casos o trataba de tener, en otros, las armas. Pero “jamás se dijo que había una amenaza inminente”, dijo ayer George Tenet, director de la Agencia. Por su parte, el presidente George W. Bush dio un paso más en la revisión de sus reflexiones: “Aún no hemos encontrado los arsenales de armas que creíamos que estaban allí”, dijo en Charleston, utilizando ese “creíamos” por primera vez. A continuación, Bush añadió: “Sabiendo lo que sabía entonces y sabiendo lo que sé hoy, EU hizo lo que tenía que hacer en Irak”.

Para que no haya dudas, el Presidente reiteró: “Teníamos que elegir: o creernos lo que decía un loco o bien actuar para defender a los estadounidenses. Frente a esta alternativa, siempre defenderé a EU”. El discurso de Bush llegó poco después de las palabras de Tenet en el Aula Magna de la Universidad de Georgetown, en Washington, repleta de estudiantes que siguieron con enorme atención la primera intervención pública del director de la CIA tras el testimonio de David Kay, jefe del equipo que buscó las armas y que dijo la pasada semana que “estábamos equivocados en casi todo”.

Tenet justificó el trabajo de la Agencia y envió el mensaje siguiente: la culpa no es nuestra. No llegó a decir que es del Gobierno, pero podía interpretarse así, aunque después de señalar que en los análisis jamás habló de “amenaza inminente”, afirmó: “Lo que se exponía como valoración objetiva para los políticos es que (Saddam) era un dictador brutal que mantenía los esfuerzos para engañar y construir programas de armas que podrían sorprendernos y amenazarnos constantemente. Nadie nos dijo qué es lo que teníamos que decir ni cómo decirlo”. En su defensa de la comunidad de inteligencia y espionaje –“algunos pensaban que no éramos necesarios después de la guerra fría”- Tenet habló, sin citarla, de la comisión de investigación que Bush va a nombrar, y lanzó esta advertencia: “No podemos permitirnos que se cree un ambiente en el que los analistas tengan miedo de tomar decisiones, en el que se supriman opiniones porque exista el temor de que sean equivocadas. Su trabajo y sus juicios son contribuciones vitales a la seguridad del país”.

Las conclusiones a las que la CIA llegó en octubre de 2002 procedían “de la historia del régimen iraquí y del uso de armas químicas y biológicas contra Irán y los iraquíes al menos en diez ocasiones”, “de la información de la ONU, “que no podía verificar el estado de los arsenales que Saddam tenía”, y de nuestros propios datos “a través de confidentes, fotos de satélite e intercepción de comunicaciones”.

Bremer se mantiene

Mientras tanto, no hay cambio de planes en Irak. “Seguimos comprometidos a devolver la soberanía al pueblo iraquí el 30 de junio próximo”, subrayó ayer el administrador civil estadounidense, Paul Bremer. El procónsul norteamericano zanjó así la posibilidad de que se posponga la transferencia de poder tal como se ha rumoreado en Washington. Bremer admitió sin embargo que Estados Unidos está dispuesto a “hacer ajustes” respecto a la elección de la Asamblea Nacional, si así lo aconseja la ONU. Una comisión electoral de ese organismo va estudiar en los próximos días la viabilidad de celebrar comicios directos tal como piden la mayoría de los iraquíes.

“Estamos dispuestos a cooperar con Naciones Unidas y hemos dicho que consideraremos ajustes y cambios en el plan del pasado 15 de noviembre”, declaró Bremer a un pequeño grupo de periodistas tras presentar oficialmente al nuevo Comité Olímpico de Irak. El representante norteamericano descartó no obstante que las recomendaciones de la ONU vayan a traducirse en un aplazamiento del traspaso de poder acordado con el Consejo de Gobierno iraquí, una especie de presidencia colegida nombrada por el propio Bremer.

“La Autoridad Provisional de la Coalición y el Consejo de Gobierno dejaron claro al secretario general de la ONU el pasado 19 de enero su interés en cumplir el calendario, incluida la transferencia de soberanía para el 30 de junio”, señaló Bremer. “Ésa continúa siendo nuestra política”, remachó. Sus palabras coincidieron con filtraciones diplomáticas sobre la llegada ayer a Bagdad de la comisión electoral de Naciones Unidas. La sede de esa organización en Nueva York se negó a confirmar ese dato por razones de seguridad.

A petición de Estados Unidos y del propio Consejo de Gobierno iraquí, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, aceptó enviar un equipo de expertos a Irak para evaluar si es posible celebrar elecciones legislativas antes del traspaso de poder. El grupo, presidido por la responsable de la división de asistencia electoral de Naciones Unidas, la uruguaya Corina Perelli, tiene previsto permanecer en el país unos diez días.

“No tienen mucho tiempo”, señaló a esta enviada una fuente diplomática europea conocedora del dossier. “Bremer desea que sus conclusiones se incluyan en la Ley Administrativa para el período transitorio”, añadió en referencia a la norma legal que va a regular los pasos hasta la transferencia de poder y que tiene que estar lista para finales de este mes.

La comisión tiene que responder a dos preguntas básicas. En primer lugar, si es posible organizar unos comicios legislativos antes del 30 de mayo, que es la fecha límite establecida el pasado noviembre. Y, de no ser así, si pueden hacerse ajustes en la fórmula para elegir la Asamblea Nacional transitoria dentro de ese marco temporal. El proyecto político de Washington establece que los miembros de esa Cámara, que elegirá al Gobierno transitorio, sean designados entre los notables políticos, religiosos y tribales de cada provincia.

Este sistema de democracia indirecta ha motivado la indignación de muchos iraquíes, en especial de la comunidad chií. Su líder espiritual, el gran ayatolá Ali Sistani, habitualmente reservado en asuntos políticos, ha expresado abiertamente su malestar. Los chiíes, que suponen en torno a un 60% de la población de Irak, confían en que el peso de sus votos les abra la puerta al control del futuro Gobierno iraquí, después de décadas de marginación del poder. Otras comunidades (árabes suníes y kurdos, sobre todo) ven con preocupación esa mayoría aplastante.

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