Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / A quince días...

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Dicen que hay tragedias que marcan a un pueblo para siempre; así podremos recordar un puñado de ellas que han venido dejando huella indeleble en suelo coahuilense desde años atrás. Eventos desencadenados por meteoros difíciles de predecir; otros de corte social, como es el caso de la Revolución Mexicana casi centenaria. Situaciones varias en las cuales la vida, la integridad o la propiedad de habitantes de nuestro estado han sido afectadas; dolores de los que se habrán de recuperar; ansiedades que durarán mucho tiempo para sanar; calmas que finalmente nunca llegarán a ser plenas otra vez.

Hoy se cumplen dos semanas desde que la Villa de Fuente, colonia tradicionalmente considerada la porción más verde y fresca en Piedras Negras, quedó marcada para siempre. Hemos sido testigos de los acontecimientos desde su comienzo; hemos rozado muy de cerca con dolores, con desesperanzas. Cada uno de nosotros habrá escuchado de primera mano historias trágicas, milagrosas, la mayoría afortunadamente con un final feliz. Algunos insisten en afirmar que la única explicación de su rescate es que hayan sido ángeles con figura de humanos, que unos minutos después de haberlos auxiliado desaparecieron. Habrá páginas inacabables que se escribirán para generaciones por venir y aún así seguirán saliendo historias nuevas.

Las palabras salen de los labios de unos y otros; toman forma en el aire, bailan danzas rituales y luego ascienden a lo alto para dejarse caer en lluvia multicolor, como fuegos pirotécnicos, con la diferencia de que éstas no se extinguen al caer, sino por el contrario, se multiplican, siguen bailando y luego se meten por ojos y oídos del mundo, se enlazan unas con otras y surgen nuevas historias, una y otra vez.

Son dos semanas que paradójicamente han pasado en forma rápida para ciertas cosas y muy lenta para otras; aquéllos quienes tienen algún familiar desaparecido sentirán que cada hora ha transcurrido con la lentitud de quien camina en arenas sueltas. Sin embargo si hacemos una evaluación de la cuantía de los daños y los avances en materia de asistencia social; alimentación; salud; remozamiento de escuelas; apoyo emocional y reinstalación de servicios públicos, entre otros muchos rubros, en quince días se ha avanzado asombrosamente. Hemos seguido las actividades del presidente municipal Claudio Bres, desde aquella madrugada del lunes cinco cuando, tras una maratónica jornada de toda la noche, con las huellas del cansancio en su rostro, daba cuenta de las primeras evaluaciones y las acciones iniciales. Aquel lunes vimos, tanto a Claudio Bres, así como al Gobernador Martínez y Martínez con el lodo hasta las rodillas, evaluando personalmente el estado real de las cosas. La magnitud de los daños era tal, que pronto el ejecutivo federal se hizo presente.

Desde el momento en que ocurrió la inundación, comenzaron a surgir los primeros apoyos por parte de la iniciativa privada de la localidad, grupos sociales, clubes de servicio. Y de allí se siguieron en cascada apoyos de todo nivel; la organización para atender a los damnificados, sus viviendas dañadas y los bienes muebles que pudieron recuperarse. La humedad y el frío, aunados a las impresiones de lo acontecido, tenían a los damnificados tiritando nerviosamente, pero pronto contaron con algún cobertor, ropa seca y algo caliente para beber. Es por todos sabido que siempre habrá quien vea el pelo en la sopa y señale con índice de fuego tal o cual falla, sin embargo la magnitud de la organización que tuvo que establecerse era tal, que ciertamente tenían que surgir inconformidades, fallas, o duplicación de funciones. Ante una contingencia de esta naturaleza, sería necio esperar que hubiera un ensayo previo que garantizara que nada saliera mal.

Es impactante ser testigo directo de un evento que será historia por siempre jamás; cuando los años pasen, los polvos del hoy se levanten y se hayan ido y los niños de pecho, viejos de entonces, digan: ?a mí me tocó la inundación del cuatro?, para asombro de sus nietos. Y pasará medio siglo y luego un siglo, y aunque cambien las tonalidades, las intenciones, los portavoces, se escuchará la palabra ?río? y sus ecos perdurarán para siempre. Y junto con ellos quedarán impresas en la tierra las palabras ?altruismo?; ?solidaridad?, ?servicio? y ?modelo de organización?, que hoy ponen en pie, una vez más, a nuestra Villa de Fuente.

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