No podemos sustraemos de todo aquello que viene ocurriendo en torno nuestro. Vivimos -gústenos o no- en un mundo eminentemente mediático. Muchas de las veces nos hemos cuestionado si los contenidos informáticos son producto del medio, o si el medio se halla altamente determinado por estos contenidos que se tornan cada vez más violentos y bizarros...
Finalmente deberemos asimilar que es un fenómeno en ambas direcciones, y que los unos afectan a los otros, y viceversa. Lo que vuelve aún más grave la situación, es que habitualmente estamos enfrentando estos contenidos violentos, carentes de las herramientas para procesarlos en nuestro interior...
Sin lugar a equivocaciones, los hechos de esta semana que termina, se refieren a la conducta de los uniformados en el frente de batalla en Iraq. Estados Unidos se ha propuesto imponer a toda costa, su concepto de democracia en aquella nación.
En los acontecimientos más recientes, los soldados estadounidenses agreden a los iraquíes en una forma humillante, ridiculizándolos y faltando a la más elemental dignidad. Aquellas imágenes que llegaron a nosotros a través de los medios, nos hacen recordar las atrocidades de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Hay una total falta de respeto a la integridad del ser humano al cual se trata como se haría con una pila de basura. Se deja entrever una marcada descarga de violencia de los norteamericanos en contra del enemigo, cual si se hubieran ganado el derecho a denigrar, pisotear y patear como a un perro muerto, a sus contrarios.
Toda guerra es irracional en sí misma; en cada una de las partes priva la idea alucinatoria de sentirse asistido por la razón y con derecho a cualquier cosa. Sin embargo dentro de lo irracional que puede ser una guerra, existen actitudes de dignidad, honor y respeto que hipotéticamente deben guardarse, y que cuando se pierden, hablan de la descomposición de las sociedades, situación por demás manifiesta en nuestros tiempos.
Como era de esperarse, los iraquíes contraatacan decapitando a un empresario norteamericano cuyo delito fue ser norteamericano, y nada más. El proceso de decapitación es grabado en video y difundido a través de Internet.
Ahora la reacción de los Estados Unidos es de indignación, puesto que la agresión vino a afectar a un individuo que no pertenecía a los elementos en el frente de batalla. Sin embargo así son las guerras, al punto irracionales, porque, me pregunto: ¿qué hicieron directamente los primeros para ganarse el castigo de ser acosados sexualmente, ridiculizados al obligarlos a vestirse con prendas femeninas, para luego orinarse sobre ellos, y apilarlos desnudos y con las cabezas cubiertas, en el más atroz de los actos vejatorios?
En momentos estar hablando de países que no son el nuestro, o de comunidades distintas a la propia, pudiera resultar lejano, de suerte que no nos sintamos partícipes de dichos actos. Sin embargo en esta ciudad de Piedras Negras, a poco menos de un mes de la trágica inundación de Villa de Fuente, una pareja de trabajadores del Seguro Social, provenientes de la ciudad de Saltillo, quienes tuvieron la mala fortuna de estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado, han pasado por la más dolorosa experiencia. Ver desaparecidos a sus dos menores hijos durante la avenida; localizar el cuerpo del más pequeño, y números telefónicos a donde comunicarse en caso de tener noticias. La queja del continuar en la zozobra de no hallar -vivo o muerto- al mayorcito. Han difundido por doquier avisos que incluyen la fotografía de su hijo Rubencito, así como los padres de familia a estas alturas es dolorosa para todos nosotros; ha recibido llamadas al filo de la madrugada en las cuales una voz infantil -que él no reconoce como la de su hijo- le habla, le dice que está secuestrado, y luego se corta la comunicación... En otras más ha recibido amenazas de muerte para él y para su esposa, lo que lleva a imaginar del otro lado de la línea al autor de la más horrorosa novela negra. Ahora bien, ¿cómo califica esta descarnada violencia frente a los hechos en Iraq? ¿Qué nombre le damos al adulto que pone a un niño a hacer esto? ¿Es acaso entendible, o es simple enajenación en contra de un padre que ya ha sufrido lo suficiente para ahora?
Cierto Olor a Podrido, novela de Martín Vigil que no resulta ocioso releer en estos tiempos.