Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / Crónica de un lunes de abril

Dra. Ma. Del Carmen Maqueo Garza

VIERNES: Los cielos vienen descargando todo su encono en contra de estas tierras desérticas, que extrañamente para ahora rebosan humedad. El plomizo techo que nos cubre desde hace un par de semanas ruge desde su vientre como bestia herida. Ululan los vientos en los rincones; la furia de su brazo poderoso azota por marejadas de gruesas gotas de lluvia, a tal velocidad que caen en dirección horizontal. Dentro de una semana será Viernes de Pasión; seguramente será una fecha apacible, pues los vientos se habrán agotado para entonces.

DOMINGO: En lo personal no me había percatado de lo que ocurría en Villa de Fuente. La tarde transcurrió sin novedad; mi hijo y algunos amigos pasaron la tarde aquí; su hermana y yo les acompañamos a cenar pizza. Alrededor de las diez de la noche me entero de que acaba de haber una seria inundación en aquel sector de la población y que los vecinos han subido a los techos y solicitan ayuda. A mi mente viene una sola idea: ?Cincuenta años después de la inundación del ?54?. Aquella tragedia dio tiempo para ponerse a salvo; esta vez el agua llegó sin previo aviso y en quince minutos hizo suya la Villa.

LUNES: Durante la noche y parte de la madrugada he estado escuchando la radio; sigo con cuidado las noticias mientras diseño un plan de contingencia para un dado caso. Se habla para este momento de varios muertos y tres decenas de desaparecidos. Conforme pasan las horas se recuperan los primeros cuerpos, mismos que son traídos a las instalaciones del Hospital Civil. El anfiteatro que ha estado en desuso durante muchos años se reactiva.

No es fácil llegar hasta las instalaciones del Hospital del IMSS. A tres cuadras del edificio se encuentra el traicionero río Escondido que vorazmente llegó a acabar para siempre con la tranquilidad del villorrio y ha engullido a un número aún no determinado de sus habitantes. Se forma una larga fila de vehículos hacia aquel rumbo; la marcha es lenta y accidentada; checo mi entrada con quince minutos de demora. Poco después me entero de que nuestra compañera Lucy se cuenta entre las primeras víctimas; la consternación se cierne sobre todos. Desde el segundo piso del edificio podemos observar la movilización de vehículos de este lado del puente de la Villa. Se han alineado siete ambulancias con sus torrretas color ámbar en el carril de ida; en el de vuelta se instaló una carpa blanca bajo la cual se ve entrar y salir a diversos elementos uniformados; por el puente no hay tránsito alguno. Un par de helicópteros de la Patrulla Fronteriza auxilia en las maniobras de rescate y por este medio arriba el gobernador proveniente del aeropuerto, ya que los caminos están interrumpidos.

El cielo luce extrañamente calmo y plomizo, como sabedor de que sus exabruptos han cobrado una cuota de dolor entre las familias villafontinas. Su silencio es roto solamente por el llanto de las sirenas. Ruge el río por su parte; la amenaza de nuevas lluvias no ha pasado. Para este momento se sabe que fue una avenida del río Escondido lo que provocó el desastre. Bajo el puente que ahora amenaza con fisurarse, toda una generación de habitantes no habrá conocido más que altos nogales, abundantes carrizos, y un parquecito infantil ya en desuso.

La carretera 57 luce un aspecto inusual. El tránsito vehicular es mínimo; en cambio se movilizan a pie en uno u otro sentido varios grupos; el albergue con mayor capacidad es el auditorio Santiago V. González, desde el cual los damnificados bajan para ver el estado de cosas en forma directa.

Es día de pago para los pensionados; el habitual ambiente festivo de cada mes está ausente. De alguna forma misteriosa un puñado de ?adultos en plenitud? ha llegado hasta aquí; no me explico cómo, si no hay medios de transporte.

En estos momentos el hombre en toda su grandeza vuelve a ser un niño, un cervatillo atemorizado que corre a resguardarse entre la maleza. Sólo los viejos parecen serenos.

Me entró una urgencia inmensa de escribir, me pego a la máquina como haría la joven al pecho del amante para percibir su tum-tum vital y saber con ello que está viva. La muerte deja filtrar sus sombras por doquier; priva la incertidumbre sobre todos nosotros; los cielos vuelven a rugir amenazadores, la pesadilla está lejos de haber terminado...

Piedras Negras, Coahuila. Lunes cinco de abril de 2004.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 82828

elsiglo.mx