Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

CONTRALUZ / Navidad de contrastes

Dra. María del Carmen Maqueo Garza

Llega la Navidad. Los cristianos nos regocijamos por la llegada de aquél que vino para darnos el regalo de vida eterna.

Al margen del sentido original de la conmemoración, todo el mundo occidental vive la celebración con familiares y amigos; probablemente asumiendo el rito cristiano más como evento social que por su valor intrínseco.

Sin embargo los contrastes no dejan de ser agudos, y hasta irrisorios. Conforme van avanzando los días del presente mes, pareciera que nos van dando cuerda.

Las calles se hallan saturadas de vehículos; las tiendas abarrotadas. Todos tenemos prisa, y en ratos lucimos un rictus de mal humor y cansancio, como si en vez de gozar, comenzáramos a sufrir con la fecha.

La preparación para festejar la paz y el amor, resulta una contrastante paradoja. Antes de hallarnos al lado de los seres queridos departiendo y disfrutando, posiblemente desarrollemos una úlcera, un dolor de la vesícula, o una angina de pecho, por los corajes y contratiempos.

Hace un par de días intentaba aparcarme cerca de un cajero automático. El espacio dejado entre dos carros me pareció demasiado justo para mi vehículo que es pequeño, por lo que opté por estacionarme más delante. Cuando terminé con mis asuntos, pude notar al conductor de uno de los vehículos a un costado del espacio poco menos que bufando. Llegó una camioneta tipo pickup y se estacionó en el espacio que yo no ocupé. Me quedé intrigada de la manera cómo el conductor versión mexicana de David Copperfield haya podido bajarse del vehículo, pues el espacio entre éste y los dos vecinos era prácticamente nulo. El bufador con toda razón protestaba, y seguramente se preguntaba cómo demonios iba a salir de aquel real atolladero en que lo metió el de la camioneta. Las prisas me ganaron y no pude esperar a ver el momento en que retornara el conductor telekinecista se introdujera en su vehículo. Y finalmente me perdí la recordada de árbol genealógico hasta la quinta generación que ha de haber recibido de parte del bufador, y con justa razón.

Navidad de contrastes:

Conmemoramos al que nació en humilde pesebre: Con costosos presentes.

Nos preparamos para celebrar el amor: Atropellando los derechos y la dignidad de otros.

Vamos fabricando el ambiente de paz para la fiesta: Peleándonos en la calle, en las tiendas y en los estacionamientos.

Compramos los víveres para una celebración familiar, pero compramos a lo loco, luego de lo cual nos queda una cruda de aquéllas.

Se nos olvida el sentido último de la Navidad. Las posadas se convierten en borracheras; las salidas en competencias de velocidad, y las compras en despilfarro.

Nos desbordamos por el mercantilismo reinante, como si la consigna fuese comprar hasta que no quede una sola moneda en el bolsillo.

Navidad de contrastes:

Gastamos en ropa nueva, para celebrar al que nació entre pajas y con frío.

Renovamos guardarropas, aún cuando la temporada de frío es breve, y más nos valiera ahorrar.

De alguna forma establecemos una competencia con el vecino, con el amigo; a ver quién gasta más; a ver quién estrena o viaja con mayor suntuosidad.

Lo hacemos ostentosamente, cuando hay tantos niños humildes que comerían a satisfacción con las sobras de nuestra mesa.

Navidad de contrastes:

Quizás resultamos serviles en nuestros regalos envueltos al último grito de la moda, con caros moños dorados, pero somos míseros frente al que nada tiene, pero negamos la moneda al niño descalzo y sucio que pide en las calles.

Vale la pena, en medio del caos comercial en que nos hallamos envueltos, hacer un alto, y por un momento cuestionar qué es en verdad lo que nos hallamos celebrando. Considerar si lo que hacemos es lo que deseamos hacer, o simplemente somos piezas de un juego mercantilista que a fuerza de machacar y machacar nos ha lavado una buena porción del cerebro.

Hay que pensar por un momento si junto con los regalos de las tiendas elegantes estamos dando nuestro tiempo, nuestra atención, el detalle personal hacia aquella persona a quien felicitamos a través del costoso regalo.

Ser sinceros y medir hasta qué grado es una conducta de hipocresía que imitamos, o fomentamos, a nuestra propia conveniencia. Todo ello alejado del sentido último de la Navidad.

Navidad de contrastes: Ojalá que en cada celebración sientas dentro de tu pecho ese calorcito que dan las cosas buenas. Entonces sabrás que has ahijado dentro de ti el espíritu de la Navidad.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 125506

elsiglo.mx