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DRA. MARÍA DEL CARMEN MAQUEO GARZA

Ossetia es cada cual

Innombrable. No hay palabras para llamar a la masacre ocurrida en Ossetia del Norte, parte de la exUnión Soviética, en esta semana. Durante la ceremonia de inicio de cursos en la escuela de la localidad, una treintena de terroristas cambiaron para siempre la historia de una nación, y tiñen de un rojo profundo las páginas de la historia.

La mala fortuna de localizarse en una zona rica en petróleo. La mala fortuna de haberse convertido en una república independiente con pocos elementos para custodiar sus riquezas naturales. La mala fortuna de que haya individuos enloquecidos por afanes de venganza que se mueven cual piezas de un malévolo ajedrez, por manos ajenas. Grandes potencias que buscan apropiarse de lo que no es suyo; vecinos que se enfrentan. Diversidad de etnias que se contraponen; religiones varias que impulsan a individuos y naciones al ataque mortal, contra los más vulnerables.

Crueldad malsana, afanes de venganza, posesiones por fuerzas malignas. No puede hallarse otra explicación que satisfaga para entender cómo un grupo de individuos puede tener por espacio de más de dos días a un grupo de niños semidesnudos, aterrorizados, y sin siquiera poder ingerir agua.

Algo así como ciento cincuenta niños han sido vejados para siempre. Unos muertos, los otros con la confianza muerta en vida? Padres desesperados, algunos de ellos vueltos mártires, otros muchos asesinados a mansalva.

Un hecho fortuito ?una explosión accidental?y el holocausto se desató en aquel edificio que iniciaba sus actividades del año escolar? Comenzaron los disparos de fuera hacia dentro, y de los terroristas contra los exhaustos rehenes, los cuales terminaron siendo víctimas de un fatal fuego cruzado, con un saldo terriblemente alto de muertos y heridos.

Nos topamos de frente con hechos de esta magnitud, y simplemente no sabemos qué hacer más allá de llorar lo acontecido, y rezar por las víctimas. Sin embargo hay elementos en el trasfondo de los hechos, que bien vale la pena analizar.

Donde hay petróleo hay dinero, donde hay dinero hay potencias que buscan participar en el juego para obtener algún beneficio. Todo ello en el marco de un convulsionado siglo veintiuno en donde el materialismo se ha convertido en una corriente de pensamiento muy fuerte; lo que constatamos desde los sitios más pequeños, hasta los acuerdos internacionales de los poderosos. Un materialismo que mueve a orientar los afanes, pensamientos y propósitos hacia la posesión de bienes como una forma de constituirse como individuos, como naciones.

Los hechos han ocurrido en el otro extremo del mundo, pero nos tocan de manera particular. Ahora fueron los niños de aquellos padres; mañana pueden ser los propios. En la medida en que esta ola creciente de materialismo vaya apoderándose del sentir, del pensar y del actuar de los seres humanos en todo el orbe.

A lo largo de la historia hemos conocido desgarradoras historias de genocidios; situaciones en las cuales han muerto hombres, mujeres y niños. Sin embargo los afanes del nazismo palidecen frente a la crueldad con que son sometidas las víctimas por parte del terrorismo de la era moderna. El hombre utiliza la tecnología de punta para aguzar sus modos violentos de sometimiento contra otros, y aquello se vuelve una orgía de sangre.

Hora de ponerse a reflexionar. Hora de que los ciudadanos, los padres de familia, los maestros? los políticos y los altos mandatarios, nos pongamos, cada cual desde su sitio histórico, a analizar los motivos internos que llevan al corazón del hombre a endurecerse de este modo. Estamos hablando de un estado muy próximo a la sociopatía, aunque en el caso de Ossetia del Norte, quedó visto que los terroristas no estaban tan insanos. Intentaron darse a la fuga, y algunos de ellos lo lograron.

Nuestros niños: La porción más vulnerable de la sociedad. ¿Estará siendo dañada, o los actores de estos asesinatos a mansalva provendrán de una infancia de ayer que fue dañada severamente? ¿Será este fanatismo desmedido un modo de entender la fe, o será una manera de sentirse dioses?... Preguntas que quedan en el aire en espera de una respuesta, mientras los padres entregan a sus hijos a la tierra que les ha cobrado cara la factura de la liberación social.

Ossetia es cada cual: En su plan de vida, en su apego al bien común, el cuidado para educar a cada uno de sus hijos. En el afán de partir del corazón hacia el mundo, antes de someter el mundo al propio beneficio. Ossetia es cada cual, somos todos.

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