Viena, (EFE).- El antiguo albergue para indigentes en la Meldemannstrasse de Viena, donde el líder nazi Adolf Hitler vivió varios años de su juventud y se inició como encendido orador racista ante otros compañeros de miserias, se convertirá próximamente en una residencia geriátrica de lujo.
La que fuera desde 1910 primera morada estable y "residencia oficial" durante más de tres años del futuro dictador y genocida tras abandonar el hogar familiar acaba de ser adquirida en subasta pública por un empresario austríaco, que proyecta renovar por completo el edificio de la época imperial.
Tres años antes y al igual que decenas de miles de emigrantes en el Imperio Austrohúngaro, un joven Hitler de 17 años de edad, había abandonado su pueblo de Brunau para buscar fortuna en Viena, donde sobrevivió pernoctando en fondas de mala muerte, albergues llenos de piojos, estaciones de tren o en los bancos de los parques.
El entonces moderno albergue para indigentes de la Meldemannstrasse, inaugurado por el propio emperador Francisco José en 1905, debió de parecerle un hotel de cinco estrellas, ya que cada huésped disponía de cama y taquilla propias, además de disfrutar de baño y duchas y hasta una cocina para prepararse la comida.
Tal lujo no era gratis y los clientes debían abonar 2,50 coronas a la semana para costear su estancia, lo que obligó a Adolf Hitler, que en aquella época fracasó en su intento de ser admitido como estudiante en la Academia de las Artes, a buscarse unos ingresos estables para poder pagar su nueva residencia.
El propio Hitler afirmaría posteriormente que sus años en Viena "labraron la ideología que se convirtió en fundamento de mis actos", especialmente durante su estancia en el albergue, en cuya biblioteca se empapó de literatura nacionalista e hizo sus primeros pinitos como orador en busca de adeptos.
Los 544 hombres desempleados, alcohólicos y vagabundos que residían en el albergue de la Meldemannstrasse fueron su primer público y muchos de ellos colaboradores estrechos a la hora de ayudarle a ganarse la vida.
Para sobrevivir Hitler dibujaba en la sala de estudio de su residencia una media diaria de dos a tres postales con motivos de Viena que otros compañeros vendían a comisión en bares y locales.
Más adelante produjo también grandes acuarelas y óleos que vendía por cinco a diez coronas a decoradores y talleres de marcos para cuadros, lo que le permitió disfrutar de un cierto desahogo económico.
Curiosamente Adolf Hitler contó entonces con varios judíos en su círculo de conocidos, como Simon Robinson, que le ayudaba económicamente cuando estaba en apuros, o el vendedor ambulante Josef Neumann, que se encargaba de ofrecer sus cuadros.
Es más, cuando en 1938 fueron "arizadas" y confiscadas las propiedades del vendedor de marcos judío Jakob Altenberg, figuraron en el inventario numerosos cuadros rubricados por el tristemente famoso dictador.
Si alguien llega a decir entonces a sus compañeros de miserias en el albergue que aquel pintor de poca monta, de ropa sucia y ajada, llegaría a convertirse en "Führer" de una nación seguramente se hubiesen partido de risa.
Además Hitler debía ser entonces un solemne pelmazo que aburría al resto de los huéspedes con sus discursos incesantes y fanáticos sobre la supuesta conspiración judía y sus insultos contra la monarquía y la iglesia, lo que le hacía ganarse burlas, cuando no un coscorrón de algún compañero harto, recuerdan los historiadores.
En mayo de 1913, el futuro dictador abandonó el albergue para trasladarse a Munich, donde seis años después y una vez acabada la Primera Guerra Mundial, comenzaría su carrera política.
Tras la anexión de Austria al III Reich en 1938, el albergue de la Meldemannstrasse fue convertido en un asilo para ancianos y sus antiguos ocupantes fueron ingresados forzosamente como "asociales" en campos de trabajo.
A Adolf Hitler le resultó posteriormente tan vergonzoso recordar sus años en ese albergue que la propaganda nazi se encargó de borrar esa etapa de su pasado, durante la que, según su biografía oficial, residió en una vivienda acomodada de Viena.