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Convocatoria tímida

Luis F. Salazar Woolfolk

la interpelación que hacen los presidentes de Estados Unidos y Egipto a fin de que Israel desocupe los territorios palestinos de la Franja de Gaza, constituye un tímido llamado que no muestra voluntad política.

En efecto, George W. Bush y Hosni Mubarak hicieron una declaración conjunta desde Crawford, E.U., según la cual “cualquier retirada del territorio ocupado (por Israel) será altamente apreciada...”. Ambos presidentes, parten de una realidad reconocida en virtud de la cual, la paz en el mundo y el éxito de la guerra contra la internacional terrorista, dependen en gran medida del destino del conflicto árabe israelí.

El Gobierno de Ariel Sharon y su base de apoyo el extremista Partido Likud, pusieron fin a una dinámica de pacificación entre árabes y judíos que llegó a su mejor momento bajo el liderazgo de Simón Pérez y el extinto Yzak Rabín, este último asesinado por un joven fanático israelí, bajo la inspiración del Mossad, órgano de inteligencia del Estado Judío.

Desde entonces no ha existido un verdadero plan de paz para el Oriente Medio. Los acuerdos para la pacificación de Palestina encabezados por Pérez y Rabín en la parte judía, estuvieron sustentados en resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, implican llevar a la Ciudad de Jerusalén a un estatuto de administración internacional, el desalojo de los territorios ocupados por Israel en la Franja de Gaza (territorios por paz) y el reconocimiento del Estado Palestino.

Una solución de fondo, requiere considerar a los Estados resultantes (el árabe y el judío) como Estados laicos, lo que abre la expectativa a una verdadera pluralidad religiosa, ideológica y racial como corresponde a cualquier Estado moderno, de acuerdo al derecho que tienen unos y otros a tener una patria.

La falta de aceptación de lo anterior por parte de los judíos, ha hecho del Estado de Israel un inmenso Ghetto en perjuicio propio y de sus vecinos palestinos y constituye una amenaza a la paz no sólo regional sino mundial.

Lo anterior porque el conflicto árabe israelí en Palestina, constituye el caldo de cultivo desde el cual los extremismos de ambos bandos, nutren de odio, armas y dinero al terrorismo mundial, que amenaza a la humanidad en su conjunto.

Por ello es necesario el diseño y construcción de un nuevo orden internacional que entre otros temas, acometa la solución al problema del Oriente Medio fuera del vía de la confrontación armada, bajo criterios de paz y de justicia.

De lo expuesto son responsables todos los pueblos de la Tierra, pero de manera especial Estados Unidos, como potencia sobreviviente de la Guerra Fría. Hasta el día de hoy, los Gobiernos norteamericanos de George Bush padre hasta la fecha se han mostrado incapaces de ejercer un liderazgo hacia la consecución del nuevo orden mundial que requiere el planeta, para sustituir al que mantuvo el equilibrio entre Este y Oeste, antes de la caída del Muro de Berlín y la Cortina de Hierro.

Lejos del propósito mencionado, los Estados Unidos se han encerrado en una política autista empeñada en actuar en solitario, a contracorriente de las resoluciones de la ONU y en ocasiones deshonrando sus compromisos y poniendo en riesgo a sus aliados.

El desempeño de los Estados Unidos debió y debe ser en el sentido de reconocer la interdependencia entre las naciones que es el signo de los tiempos y en consecuencia, olvidar sueños hegemónicos y de dominación, para ubicarse en un liderazgo que fortalezca la autoridad de los organismos internacionales, que por naturaleza y vocación son foro de participación para todos los países del orbe.

Aún está pendiente la tarea de reformar las estructuras de los organismos internacionales para adecuarlos a las circunstancias y necesidades del mundo actual y salvo la honrosa excepción que ofrece el crecimiento y consolidación de la Unión Europea, poco se ha hecho al respecto.

Es necesario que los Estados Unidos reconozcan el papel y autoridad que corresponde a los organismos internacionales y emprender una reforma estructural y jurídica de tales organismos en la que cada uno de los Estados miembros de acuerdo a su peso específico, tenga derechos y responsabilidades definidos que lleven a que el mundo del mañana, sea moldeado por decisiones tomadas en consenso democrático.

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