¿Y qué es lo que haces en ese curso de “Toma de Conciencia”? Pregunto intrigada a la pequeña María, ya que cuando yo tenía los diez años que ella tiene ahora, la conciencia sólo servía para producir remordimientos: ¿No te remuerde la conciencia por dejar esa comida en el plato? ¿No te remuerde la conciencia por perder el tiempo jugando? Preguntaba siempre cualquier adulto al que le quedara yo a mano. -Hago conciencia- responde María sin inmutarse.
¡Háganme el favor! Lo que faltaba para ensanchar la brecha que me separa de estos niños posmodernos. Oírlos hablar me confronta con el hecho de que en este tercer milenio navego sin brújula y perdida toda referencia, ya no sé si voy o vengo y lo único que alcanzo a comprender es que no sé casi nada de casi todo, aunque ¡eso sí! tratándose de economía o política, ni casi.
O el mundo se agrandó o yo me achiqué, pero el caso es que ya no veo claro hacia dónde nos dirigimos. Debe ser por eso que cuando alguien comparte conmigo un sueño que todavía alcanzo a comprender, todo se me ilumina por dentro y pienso: ¡Esa es la luz hacia donde tenemos que dirigirnos!
Transcribo para ustedes el sueño de Ikram Antaki, filósofa siria afincada en México en 1976 y fallecida en 2000. “Un día nos volvimos por fin un país ideal; instalamos la razón en lugar del delirio y el derecho en lugar del abuso. Entendimos el papel unificador, dignificador, del Estado. Protegimos la República que es la madre, para poder amar la democracia que es la hija. Domamos las pasiones políticas y definimos y vivimos los valores comunes. Los maestros volvieron a ser los arquitectos del país. El último mentiroso emigró a la Conchinchina y el último ladrón fue encerrado en el Reclusorio. Dimos lugar al respeto y al trabajo y entendimos que el conformismo puede disfrazarse de revolución.
Despreciamos el recurso de la violencia. Lo medios de comunicación prefirieron ser antipoder, a ser un nuevo poder abusivo. Un día, nos pusimos a construir una civilización original y tolerante y dejamos de utilizar como bandera deshecha, aquella que otros en el pasado hicieron”.
¿No les parece iluminador? Mis sueños no se atreven a tanto; suelen ser muy modestos y a corto plazo. Sueño por ejemplo que la variopinta multitud de aspirantes a la Presidencia, asistan con María al curso de “Toma de Conciencia”.
Sueño con que no hagan olas, conque no enseñen el cobre, conque no se den puñaladas por la espalda ni se arrojen su recíproca mierda; porque nos salpica a todos.
Sueño con que esperen sus tiempos y sus espacios y mientras tanto, como ciudadanos que son, se comprometan a consolidar el cambio que hemos pactado.
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