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LA HABANA, CUBA.- Acostumbrados a los sobresaltos, los cubanos reaccionaron con tranquilidad al anuncio del Gobierno de suprimir el dólar estadounidense de la circulación a partir del próximo ocho de noviembre. Sin embargo, la incertidumbre y la confusión reinan en un país que se acostumbró durante 11 años a tener en el bolsillo la moneda del ?enemigo histórico?.
Al día siguiente de que el presidente Fidel Castro anunciara en televisión la sustitución del dólar por el peso convertible, las casas de cambio recibieron un volumen de dólares 30 veces superior al día previo, según el presidente del Banco Central de Cuba (BCC), Francisco Soberón.
?Es una extraordinaria noticia de confianza de la población en la Revolución y en su moneda, que es la tarjeta de presentación de un país?, dijo Soberón en televisión, obviando que hasta ahora el rostro de George Washington en los billetes de un dólar ganaba por goleada al del ?Che? Guevara en los billetes de tres pesos.
La resolución aprobada por el BCC estipula que el dólar (en vigor desde 1993) será sustituido (pero no ilegalizado) a partir del ocho de noviembre por el peso convertible (conocido en la isla como chavito, equivalente al dólar y sin valor fuera de Cuba). Hasta esa fecha, se podrán cambiar dólares a una tasa de uno por uno. Después, esas mismas transacciones tendrán un gravamen de diez por ciento. Durante estas dos semanas, los cubanos también pueden abrir cuentas bancarias con los dólares que tienen guardados bajo el colchón. De hecho, ayer esas operaciones se multiplicaron por diez, según el BCC.
Para el Gobierno, la medida obedece a las ?presiones? de Estados Unidos para ?entorpecer? las operaciones financieras internacionales de Cuba, tras la campaña de denuncias de Washington sobre un presunto lavado de dinero (dólares) de Cuba en bancos extranjeros.
La Habana alega que se trata de una cuestión de defensa de la soberanía nacional. Sin embargo, algunos analistas esgrimen que el régimen castrista sólo trata de recaudar dólares para hacer caja. El economista cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, explicaba al diario Nuevo Herald de Miami: ?Esto sugiere que están absolutamente desesperados por conseguir dólares, que podrán conseguir en corto plazo, pero que a largo plazo creará problemas mayores?.
En la calle, las opiniones son para todos los gustos. En la casa de cambio de Quinta y 42, en el barrio habanero de Miramar, la conversación en la extensa fila da muestra del desconcierto. ?Esto se va a poner ?bravo? en los próximos días, cuando todo el mundo venga a cambiar sus fulas (dólares)?, dice Nelson, un hombre de mediana edad que recibe remesas de sus familiares en Miami. ?Chico, no es culpa de Fidel sino de los de allá arriba?, le replica una mujer que detalla punto por punto la resolución del BCC como si se hubiera estudiado el periódico Granma. Otro hombre interviene con sorna: ?Yo no tengo problema porque los dólares no me llegan ni para el día ocho?.
Queda por ver cómo afectará la resolución a las dos principales fuentes de ingresos del país: las remesas y el turismo. El Gobierno ha pedido a la población que se coordine con sus familiares en el exterior para que les envíen dinero a través de transferencias bancarias o en las cuatro monedas que se pueden canjear en la isla (euro, dólar canadiense, libra esterlina y franco suizo). Estas fórmulas no estarán sujetas al impuesto de diez por ciento. Por otro lado, los turistas europeos o canadienses podrán cambiar sus monedas sin mayor problema, pero en el caso de los latinoamericanos, por ejemplo, perderán diez dólares por cada 100 que cambien en la isla. El estupor se ha adueñado también de los directivos de empresas extranjeras afincadas en Cuba, que podrán mantener sus cuentas en dólares pero sin realizar nuevos depósitos, salvo en casos excepcionales.
