Para los vecinos de algunas colonias como La Fe, Lucio Blanco, Fuentes del Sur, entre otras, el narcomenudeo se ha vuelto parte de una realidad cotidiana. En las tres ciudades de la Comarca Lagunera, la venta de droga gana terreno y por ende ha aumentado el número de las famosas “tienditas”.
Todo mundo puede acceder a sustancias prohibidas. El problema no sólo está en las clases marginadas, para nadie es un secreto que la clase media y alta pueden comprar sus drogas favoritas en los “antros” de moda. Incluso en farmacias, al adquirir simples jarabes para la tos que no requieren receta médica como el Toa y el Dextrometrofano.
Muchas son las voces que señalan que el crecimiento del narcomenudeo, ha ido de la mano con la corrupción de los cuerpos policiacos. Ante los bajos sueldos, algunos elementos eligen vender protección y así aumentar sus ingresos.
El problema se agrava cuando los pocos “puchadores” que son detenidos, recobran la libertad con relativa facilidad. Fenómeno que provoca en la sociedad una duda sobre la honradez de los agentes del Ministerio Público encargados de integrar las averiguaciones.
El tema obliga a las autoridades a manejarse con cautela, poco es lo que informan a los medios de comunicación, sin embargo la sociedad civil demanda que el problema sea combatido sin cuartel. Ya que en un ambiente de desconfianza, pareciera que las autoridades han renunciado a su responsabilidad de arrebatarle las calles a los narcotraficantes.
La batalla no es sencilla, es cierto, por este motivo debe realizarse en dos frentes. Uno encabezado por las corporaciones policiacas encargadas de desmantelar lo que algunos llaman el Cártel Lagunero y otro el de la sociedad civil, donde las familias deben advertir a sus hijos sobre los males generados por el consumo de drogas, promoviendo los valores y el deporte, ya que mientras existan compradores el problema seguirá latente.
