Me encanta El Mañanero. Para aquellos mal pensados –en cualquier momento me incluyo- hablo del programa encabezado por Brozo; jamás del acto sexual tempranero que hace algún tiempo nos recomendara Félix Salgado Macedonio, prócer nacional, conciencia guerrerense cuyo nombre debe ser grabado en la “Honorable” Cámara de Diputados. Y es que una nación tan chusca, con un imaginario colectivo impresionante, ante todo, de profunda picaresca, necesita de un payaso que se convierta en cronista de aquellos acontecimientos únicamente comprensibles gracias a una buena dosis de humor e irreverencia.
Pues resulta que ayer por la mañana prendo la tele y caliento el café jurando, inocentemente creyendo México había recibido suficientes escándalos políticos pa’ lo que resta del sexenio, cuando de pronto aparece Bejarano recibiendo una cantidad de dólares suficientes como para dispararle cuatro o cinco viajes a Las Vegas a cualquier secretario de Finanzas capitalino. Chistosa la entrevista: Brozo muy en su papel y el esposo de Dolores Padierna –otro de los personajes que Federico Fellini fue incapaz de recrear- respondiendo de manera torpe a veces, otras tantas intentando (sin éxito) vendernos atole con el dedo.
Me queda muy claro que Andrés Manuel López Obrador resulta peligroso para muchos grupos políticos y sin duda alguna de aquí en adelante se intentará lastimarlo desde cualquier frente. Aunque ciertos analistas previeron los trancazos hacia “El Peje” provendrían del PRI principalmente; los recientes acontecimientos ponen en evidencia una verdad cada día más contundente: Las crisis que enfrentan los partidos políticos son sintomáticas de profundas divisiones internas y hoy los enemigos a vencer no necesariamente ocupan otros espacios de la geometría, sino que se encuentran escondidos, cobijados bajo el mismo organismo.
Son de dar pena los acontecimientos a los que hago referencia. El “affaire” del “Niño Verde”, sinceramente no me agarra en curva ni mucho menos me sorprende. Es conocido que la familia González Torres ha buscado con frenesí espacios, cotos de poder y suele venderse al mejor postor. En el año 2000 le apostaron a la alianza con el PAN y al no obtener ninguna cartera ministerial rompieron con Fox y rápidamente se arrejuntaron con el partido tricolor. Jorge Emilio González Martínez es el junior representativo de aquello, la juventud responsable simple y sencillamente repudia: El tráfico de influencias, el arribismo, las apoteósicas noches en exclusivas discotecas de la capital ostentando los dineros de la misma forma en que la señora Fox suele hacerlo. Nuestro flamante Senador de la República ¡háganme el favor! suele acompañarse en sus travesías nocturnas –es para lo único que sirve- de un boxeador mediocre para el cual ¡claro, faltaba más! también hubo curul en la Cámara Baja.
Tristísima la toma del rancho presidencial. Olvídense del respeto a la institución que otrora era temida, amada y odiada de igual forma; hoy el concepto propiedad privada pierde valía a pasos agigantados. El Gobierno Federal sigue enfrascado en una costosa lucha de dimes y diretes, Secretario de Gobernación hace rato que no tenemos debido a que Creel construye calladamente su candidatura y por ello evita hacer declaraciones o tomar medidas de carácter político que puedan truncar un ambicioso proyecto con miras a largo plazo. Fox, siempre bien intencionado, divaga y vive una realidad paralela donde el país va “de maravilla” y para ponerle candela al asunto, la plegaria que lanzó la semana pasada al coro de “ahora sí apláudanme”.
Yo te pregunto, lector y lectora queridos ¿Qué vamos a aplaudir? ¿A Marta por ser la conciencia redentora, salvación de la patria? ¿A Roberto Madrazo por haber sacado al PRI de la hecatombe? ¿A López Obrador y un peligroso populismo que radica en darle atole con el dedo a las masas? ¿A partidos políticos metidos en peleas que nos muestran cuán pobre y flaca está la caballada? Vuelvo a lanzar aquella tesis: Tenemos las instituciones merecidas, los funcionarios que escogimos y de toda suerte dicha situación seguirá dándose hasta que no entendamos la importancia de participar activamente, involucrarnos en los procesos bajo el entendido que la decisión, la posibilidad de transformar al país está en nosotros, que a la larga podremos castigar lo putrefacto y mediocre al llegar a las urnas.
Y ya para terminar de amolarla, resulta patente el desencanto que las Fuerzas Armadas sienten hoy en día. La semana pasada varios editorialistas hicieron alusión al discurso que el general secretario pronunciara durante la celebración del cinco de mayo y en donde ignoró la línea tradicional para pasar al ya no tan velado reproche. No imaginemos que el descontento militar llegará a límites insospechables, sinceramente estimo por ahí no va la cosa, sin embargo lo anterior también es síntoma de un país donde todo está en crisis: Desde nuestros valores hasta las sacras instituciones que en general –y salvadas honrosas excepciones –son una desgracia.
¡Ándale México, sigue dormido y ya verás!