Aruba, la isla feliz
De todas las islas de las Antillas de Sotavento, la de Aruba es la más típica y pintoresca por su arquitectura colonial holandesa. Su capital, Oranjestad, con sus casas de madera, angostas y altas, pintadas de vivos colores y con techos de dos aguas recuerdan enseguida a esos pueblitos holandeses de tarjeta postal.
Hay otras cosas muy propias de Aruba que no las hay en otras islas de esa zona caribeña: el Divi-Divi, el árbol nacional al que los fuertes vientos alisios le han dado la forma de una sombrilla inclinada y semidestrozada; el papiamento, un dialecto nativo que hablan casi todos los isleños; su abundancia de cactus y de plantas de aloe y un sol inclemente.
A esta isla, que es bella y feliz, llegamos en el crucero Princess Down después de navegar toda la noche desde Puerto Rico. En Oranjestad, donde desembarcamos, estuvimos en un café antes de recorrer su calle principal, con abundancia de tiendas, pequeños restaurantes, hoteles de diversa categoría, bares muy animados y el ambiente tropical en todo su esplendor.
En Aruba hay grandes centros comerciales y pequeñas tienditas llenas de cosas muy atractivas como perfumes, licores, mantelería, joyas, relojes, cámaras, cristalería y porcelana.
Uno de los paseos más recomendados es un recorrido por las aguas azules de la isla en el submarino Atlantis. La nave tiene capacidad para 48 personas y desciende a una profundidad de 50 metros. Además de la flora y la fauna del fondo del mar, se ven los restos de un avión y de un barco que naufragó. Ahora, si no se anima a viajar al fondo del mar, hay varios barcos con fondo de cristal para admirar las formaciones coralíferas y mucho de su fauna marina.
El Parque Nacional de Arikok, en el monte del mismo nombre, es también otro sitio turístico. Ofrece una rica variedad de plantas y animales, árboles Divi-Divi, cactus de diversa clase, el aloe y flores exóticas.
También hay que visitar el Santuario de Bubali, formado por dos lagos artificiales rodeados de abundante vegetación y una gran variedad de aves que viven o descansan allí en su emigración de otras latitudes.
En la playa hay una piscina natural donde se puede nadar a gusto. Se le conoce como Cura di Tortuga y hay que cabalgar un rato para llegar allí.
Uno de los mayores atractivos naturales de Aruba es un puente de formación coralina hecho por el mar. Tiene ocho metros de alto y 30 de largo. Este puente fue tallado por el batir de las olas en el transcurso de varios siglos.
El Faro California es otro sitio de interés en Aruba. Está en el extremo noroeste de la isla y ofrece un panorama muy espectacular de la costa. El faro se llama así porque se dice que allí encalló el barco California que, en 1912 tuvo una triste participación en el hundimiento del Titanic. Se sabe que el trasatlántico pidió ayuda y que su mensaje llegó al California pero no fue recibido porque el telegrafista estaba fuera de servicio. Este detalle impidió que el California acudiera en auxilio del Titanic, a pesar de estar muy cerca, y no pudo prestar ayuda a los náufragos del gran barco.
También, en Oranjestad hay un parque llamado Tira Koochi, abierto al público, con la reproducción de un pueblo holandés en miniatura con casas, edificios típicos de la isla y calles bien trazadas. Es maravilloso para niños y adultos.
La vida en la capital de Aruba transcurre tranquilamente aunque la temperatura siempre es alta. Los vientos alisios refrescan al atardecer y desde la terraza del Café Casablanca se admira el movimiento de gente procedente de todo el mundo que camina arriba y abajo, compra y sonríe. .