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Crónica de Viaje

RICARDO RUBÍN

El retiro alpino de Adolfo Hitler

Cuando vayan a Alemania no dejen de visitar la casa que Adolfo Hitler tenía en el pueblo de Berghof, condado de Obersalzberg, en los Alpes de Bavaria.

A casi 60 años de su muerte el controvertido Fuehrer continúa provocando un malsano interés. Ahí en esa casa escribió parte de su ideario político, Mein Kampf (Mi Lucha), y los lugareños han sabido sacar provecho de la afluencia turística que atrae.

Se calcula que cada año acuden cien mil turistas a ver y retratar lo que queda de la casa de 30 habitaciones que Hitler poseía en la montaña bávara, cerca de la frontera austriaca

Hitler estaba enamorado de esta hermosa y verde región de los Alpes, y en 1923 adquirió esa mansión rústica en la que maduró algunas de sus mas siniestras acciones contra el mundo libre, entre ellas su teoría de la supremacía racial aria, la invasión de Europa y el genocidio.

Ahí también se gestó la base ideológica del nacional socialismo y la casa se convirtió en la segunda sede del Gobierno germano. Para ello el secretario personal de Hitler, Martín Bormann obligó a los lugareños a abandonar sus hogares para construir albergues para los principales jerarcas del Gobierno, que a cambio tenían que soportar los largos discursos de Hitler que solían durar hasta la medianoche.

En esa misma residencia, Hitler vivió parte de su apasionado y controvertido romance con Eva Braum, con la que al final se suicidó al perder Alemania la Guerra Mundial.

De la casa de Berghof solo se conserva una parte, pues en 1945 un ataque aéreo británico la quemó, y en 1952 Estados Unidos le hizo otras demoliciones. Ahora quedan pocos restos de la casa, pero son suficiente para atraer a miles de turistas. Hay grupos de judíos que se oponen a la curiosidad que esa casa despierta y de la que seguramente el propio Hitler hubiera preferido que no quedara rastro alguno, pero de cualquier manera los habitantes del lugar se enriquecen con pequeños hoteles, hospedajes en casas particulares y tiendas con todo tipo de souvenirs sobre Hitler, su amante Eva Braun y todo lo referente al Tercer Reich.

Curiosamente, y contra lo que se esperaba, muy pocos neonazis acuden a ver este nefasto santuario, y solo ocasionalmente se ven ofrendas florales y velas encendidas en memoria del Fuhrer.

La sombra maligna de Hitler, sus atrocidades y su despiadada persecución e inmolación de miles de judíos flota sobre esas ruinas que muchos consideran malditas y que en otros despierta una triste y enfermiza curiosidad.

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