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Crónica del Ojo

MIGUEL CANSECO

La galería del Icocult Laguna presenta este mes la exposición Sueños de la Razón del conocido fotógrafo lagunero Salvador Botello. La muestra se compone de fotografías de pequeño y mediano formato intervenidas digitalmente. Aunque el titulo remite a Goya, la obra nada tiene que ver con el ilustre español y si, según el autor, con el surrealismo y el arte pop.

A estas alturas las obras generadas por medios digitales distan de ser novedosas. Es muy difícil que los trabajos de Botello puedan sorprender aún al más incauto de los espectadores, en una época en donde la representación por computadora es el pan de cada día.

Desde la óptica de un diseñador, podríamos decir que Botello tiene mucho por aprender en el uso de los programas. Pero también es claro que una técnica perfecta no es sinónimo de éxito, aunque suele ayudar bastante. Me parece justo aclarar, en el caso de esta exposición, la diferencia entre mímesis e influencia. Botello se encuentra en el primer caso, haciendo una sencilla parodia de Dalí, emulando esquemas compositivos y juegos de palabras que se pueden observar en una rápida hojeada a un libro monográfico. La influencia, por su parte, viene del diálogo profundo y la comprensión de los mecanismos que rigen la obra de un autor (como diría otro fotógrafo, Flavio Becerra, se puede sentir la influencia de Velásquez en Francis Bacon aunque en la superficie sea tanto como comparar un jardín y un huevo estrellado).

La misma carencia se observa en la pretendida influencia pop. Si Warhol o Koons emplean imágenes u objetos de fabricación masiva es para generar procesos de asociación que bien les han valido un espacio en la historia del arte. Botello emplea fotos de glamour y de corte comercial sin una pizca de la subversión y la ironía que marcan al arte pop. Pretende crear imágenes lúdicas y bellas sin entender los engranajes que llevan al espectador a estos terrenos. En el vacío de forma y concepto, sin preguntas o propuestas claras, Botello desliza sus imágenes hacia un irremediable efecto kitsch, que arrastra una sensación de mal gusto y humor involuntario.

Una vez más queda claro que no bastan las buenas intenciones para estructurar una propuesta artística. El futuro de la plástica lagunera seguirá siendo gris, en tanto los artistas sigan con la telaraña mental de la ?Inspiración? (esa con I mayúscula, sostenida por angelitos) y olviden que antes de hacer, se requiere conocer y documentarse en los cómos y porqués del arte.

Parpadeo final

El martes se inauguró la exposición Las Raíces de mis Alas, de Tábata Ayup en la galería del pasillo de Icocult Laguna. Cualquier comentario crítico a esta muestra sale sobrando, ya que Tábata evidentemente empieza su carrera. Pero su obra padece de un mal del que muy pocos jóvenes (y no tan jóvenes) artistas laguneros escapan. Hablo de un nivel prácticamente nulo en la práctica del dibujo.

Querida Tábata, yo se que es muy emocionante exponer, pero una vez que uno se repone de los abrazos de amigos y familiares, es bueno recapitular y evaluar lo realizado.

El dibujo es una herramienta indispensable para dar un mínimo de coherencia a una obra figurativa. Decía Degas que el dibujo ?no es la forma, sino el modo de verla?. Estudiar dibujo con ahínco sería el siguiente paso en una profesión que exige ante todo, que aprendamos a ver.

Comentarios a esta biliosa y dibujística columna: cronicadelojo@hotmail.com

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