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Crónica del Ojo

MIGUEL CANSECO

Para vivir 106 años

Hace unos días murió en la Ciudad de México Mariana Frenk Westheim, uno de los personajes más interesantes de la cultura mexicana. Su vida abarcó tres siglos (nació en Hamburgo en 1898), prácticamente pegó un brinco entre la locomotora y el Internet .

En 1930 llegó a México con su marido, el Dr. Ernst Frenk huyendo del inminente conflicto europeo. Ya instalada en nuestra tierra se destacó como una excepcional traductora , colaboró con el museógrafo Fernando Gamboa y escribió centenares de artículos sobre artes plásticas y literatura. Su segundo matrimonio, con el crítico de arte Paul Westheim fue el afortunado encuentro de dos mentes excepcionales. Mariana tradujo la obra del maestro Westheim, considerado como el más importante estudioso del expresionismo.

La gran epopeya de Mariana Frenk, en mi opinión, fue la traducción de la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo, al alemán. Para aquellos ajenos a los vericuetos de la traducción me permito poner un ejemplo por demás silvestre: Supongamos que alguien te encarga (sí, a ti, que estás leyendo) una traducción digamos de El Rey, de José Alfredo Jiménez, al inglés. Ah, pero con ciertas condiciones: que se conserve intacto el sentido de la letra, la cadencia y musicalidad, su carga simbólica, su intensidad. ¿Ah verdad? ?No es cosa de la perrita?, diría mi bisabuela. Ahora hay que imaginar el muégano lingüístico-metafísico de traducir un texto que encierra los flujos profundos del alma mexicana. Bueno, Mariana Frenk lo hizo.

La vejez de Mariana fue una época de trabajo, de plenitud y lucidez a pesar de la decadencia física. Su pasión fueron las letras, sus significados, sus poderes ocultos. Alguna vez comentó que ?durante muchos años tuve a mi lado un cuaderno en el que anotaba palabras desconocidas para mí o aquéllas en que descubría nuevos matices. Pero esto formaba parte de la dicha de leer, que ha sido la gran felicidad de mi vida?. La vejez no pudo con sus pasiones. La lectura, las artes plásticas, la música, fueron el abrigo que la protegieron del frío de la existencia. Vale la pena buscar sus escritos, sus aforismos y artículos. Descubrir o releer a Mariana Frenk es disfrutar de una prosa con dos cualidades fundamentales: intensa e inteligente.

Después de un siglo de vida, Mariana comentaba ?he vivido 100 años, pero no de soledad, aunque la hubo. Al final una sabe que el tiempo sólo es un invento del hombre, y no el mejor?. Salud por una mujer que tuvo la inteligencia, la imaginación y la osadía de ser feliz durante diez décadas. Enhorabuena por tu vida, Mariana.

Parpadeo final

Yo estuve el domingo en la marcha del Ángel al Zócalo y no vi manos negras ni blancas. Hubo hombres, mujeres, ancianos y niños hartos de vivir secuestrados por la ineptitud de las autoridades. Vi gente con ganas de recuperar su ciudad. Los delirios de persecución del ?Peje? me importan un bledo. Me consta que nadie fue acarreado. Esto fue genuino. El domingo se limpió, al menos un poquito, el aire de la ?capirucha?.

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