EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Baltazar Sotelo Hernández tiene 80 años y se dedica a la pizca de algodón. Dice que ahorita hay mucho trabajo para los jornaleros porque es tiempo de recolectar, pero considera que la situación económica de los sampetrinos está muy mal, pues no hay inversión empresarial alguna.
“No hay empresas que se instalen, eso necesitamos”, comenta el señor, quien laboró en una fábrica por muchos años y es jubilado, pero no puede dejar de trabajar, pues lo que obtiene de pensión no le alcanza para vivir.
Nació en el ejido Bolívar, pero radica en la colonia Emiliano Zapata de San Pedro desde hace tiempo. Cuenta que estuvo casado dos veces y en ambas ocasiones, acabó viudo. La muerte lo ha rondado, según comenta, pues tres de sus hijos también ya fallecieron, de diabetes, tuberculosis y un accidente en el tren.
Baltazar es un hombre fuerte con una voz ronca, pero al mismo tiempo suave. Tiene hijos e hijastras, todos casados y vive con uno de ellos. Se niega a dejar de ser productivo y todos los días busca dónde pueda trabajar, aunque admite que sus ocho décadas no le permiten ya encontrar empleo y menos aún en un municipio donde hay tanta escasez.
Le apasiona la labor, siempre le gustó ser jornalero, pero fue obrero porque el campo no da suficiente para sobrevivir. Cuando se terminó la planta despepitadora La Independencia, en La Candelaria, donde trabajaba, comenzó su travesía por las parcelas.
“Falló el agua, desde 1947 que se acabó el preciado líquido en la Comarca Lagunera”, comenta, “es un gran problema porque eso hizo que se fuera todo para abajo”.
En su opinión, la Comisión Nacional del Agua (CNA) ofrece muy poca agua a los campesinos, “una miseria”.
“El agua es de todos, no nomás de los ricos”, agrega, “nosotros la necesitamos más porque sin ella no podemos sobrevivir, sin ella no tenemos nada, ni comida, ni ingreso, nada”.
