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CRÓNICA URBANA | Bolear zapatos es la labor de su vida

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

El trabajo de Sabino Escobero López le ha permitido hacer amigos.

EL SIGLO DE TORREÓN

Un deseo incumplido: tener la oportunidad de estudiar.

TORREÓN, COAH.- El trabajo de bolero le permite relacionarse con la gente, hacer nuevos amigos, conversar con los clientes y conocer personas de noble corazón, por eso para Sabino Escobedo López, ésta es la labor de su vida.

Sus zapatos están sumamente cuidados y son de una limpieza impecable, pues en sus ratos libres, entre un cliente y otro, se lustra a sí mismo, no tanto para atraer clientes al ver sus brillantes zapatos, sino por el gusto propio de verlos así.

Sabino vive solo, es divorciado y sus hijos ya son mayores, por lo que de momento sólo se mantiene a sí mismo.

Aunque ha sido comerciante de verdura y albañil, desde hace 20 años el primer trabajo de Sabino es lustrar zapatos, pues además de que le permite conocer gente, le parece menos cansado.

Este bolero de 43 años sólo tuvo oportunidad de estudiar hasta quinto de primaria porque su familia se vio envuelta en una crisis que derivó en fuertes problemas económicos.

Al abandonar la escuela y con 12 años cumplidos, la necesidad llamó a Sabino, que tomó el cajón y salió en busca de gente que quisiera portar unos zapatos relucientes y limpios.

“Gracias a mi trabajo he conocido personas muy nobles y gente muy canija”, comenta Sabino, mientras atiende a un cliente que recién llegó, “me ha tocado alguien que me ha ayudado, pero también personas que llegan molestas y se desquitan conmigo, me contestan tajantes y son muy groseras”.

Entre las personas nobles, Sabino cuenta de un cliente que lo ayudó durante una intervención quirúrgica de su hijo, pues el señor tenía buenas relaciones con algunos médicos y se hizo cargo de toda la operación.

Para Sabino es importante la relación con el cliente, porque en cada persona que atiende hay un posible amigo, que hace más ameno su trabajo.

En los días buenos, el bolero, que cobra diez pesos por su labor, puede tener hasta 30 boleadas, pero los malos días pueden ser menos de siete las personas que se detengan en toda la jornada, que abarca once horas, de las ocho de la mañana a las siete de la noche.

Sabino vive al tanto de los acontecimientos internacionales, a su parecer el mundo está muy mal y le preocupa que no haya suficiente gente buena para evitar tantas guerras.

“Son muchos los atentados terroristas”, dice el bolero, “yo creo que mejor antes de echar balazos se deberían poner hablar, yo sí creo que el diálogo es la solución a los problemas”.

De no dedicarse al lustrado de zapatos a Sabino le gustaría ser radiotécnico, pues siempre le ha gustado todo lo referente a la electrónica.

“Me hubiera gustado estudiar...”, manifiesta el señor, “pero también me gusta mi trabajo y no lo cambiaría”.

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