CRÓNICA URBANA
EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Durante 20 años, Carlos Chávez López ha permanecido en la esquina de la calle Zaragoza y la Morelos en el centro de la ciudad de San Pedro. Allí, vende aguas frescas y frutas para todo aquél que desee disfrutar de un alimento saludable.
Actualmente tiene cinco hijos y está casado con Rosalba Rivas. Todos sus descendientes están casados y trabajan, sin embargo, ninguno de ellos quiso estudiar un nivel de licenciatura pese a los deseos de su padre porque así lo hicieran.
Carlos fue campesino, trabajó durante algún tiempo en el campo, en la pizca. Argumenta que desde que se acabó la actividad en los sembradíos, optó por buscar una mejor opción y que no fuera tan desgastante como el campo.
Rosalba lo ayuda cada mañana a preparar las aguas frescas, mientras él se dispone a pelar las tunas y a cortar la sandía, pepinos, jícama y demás frutas que ofrece a la gente. En su triciclo una variedad de condimentos acompaña el bufete que los comensales pueden agregar al alimento.
Carlos nunca se ha movido de ese lugar, con todo el entusiasmo del mundo, admite que el de él, es un buen trabajo y que nunca lo cambiaría, a pesar de que la actividad en el campo parece reactivarse. Asegura que con un menor esfuerzo puede ganar lo mismo o más.
Desde la calle Allende en la casa marcada con el número 390 de la colonia Las Rosas, todas las mañanas, Carlos sale hacia su destino hoy conocido por cientos de personas en San Pedro. Es precisamente allí, donde decenas de persones esperan la llegada del camión que va a Torreón.
Desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde, Carlos permanece ante el imperante clima, sentado o de pie. Conoce gente, platica con ella, mientras sus alimentos se venden, no es mucho, pero asegura que con eso le alcanza para comer él y su esposa.
De ganancia obtiene como 100 pesos. Asegura que invierte más de lo que gana, pero eso en realidad no le importa, porque con unos cuantos pesos que ingresen a la casa, siempre serán bienvenidos y sobre todo, si ayudan para poderse alimentar, vestir y calzar.
Carlos estudió el nivel básico. La situación económica que imperaba en su familia, lo convirtieron en uno más de los cientos y miles de personas que tuvieron que padecer la falta de dinero y empezar una vida productiva aún antes de la mayoría de edad.
Pero hoy la vida le sonríe a Carlos. El principal consejo que daría a sus nietos, sería el de estudiar. Con tristeza, admite que sus nietos poco se acercan a él para platicar, pero de una cosa está seguro, ?la educación da mejores oportunidades de trabajo en la vida?.