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Crónica Urbana| Es una abuelita fresa y moderna

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

CRÓNICA URBANA

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Conchita tiene nueve nietos a los que adora, pero en definitiva no es una abuelita convencional: hace ejercicio, se pinta el pelo, está a dieta, va de compras y al café con sus amigas, tiene novio y dirige su propio negocio.

Conchita Lliteras Luken nació en Hermosillo Sonora, pero luego vivió en Mexicali, después en Guadalajara, Ciudad Victoria y finalmente echó raíces en Torreón, desde hace más de 30 años.

Se casó a los 18 años y por 42 años tuvo un matrimonio apacible y feliz, hasta que enviudó. Sin embargo, su vida continuó y hoy lleva las riendas del negocio que le dejó su marido: una fábrica de tortillas y gorditas de harina que fundaron en 1968 en la Ampliación Los Ángeles.

“Empezamos haciendo experimentos, primero con tortillas y luego de una idea que me pasó una señora se me ocurrieron las gorditas”, comenta sonriente, “yo las inventé, pero luego se popularizaron mucho y ya hubo en todos lados”.

Por sus múltiples actividades diarias, no tiene mucho tiempo para estar con sus nietos, además de que la mayoría ha crecido y tienen sus propias agendas. Recuerda que crió a dos de ellos, uno ya cuenta con 24 años y el otro apenas diez, pero todos son su gran orgullo.

Su jornada comienza antes de las seis de la mañana cuando se levanta a hacer ejercicio. Camina todos los días, cuenta que en su juventud fue muy deportista, a los 14 años fue la única mujer sonorense seleccionada para los juegos centroamericanos en volibol.

Más tarde, desayuna en algún restaurante en compañía de su novio, a quien le lleva varios años, pero luego acude a Quitakilos, pues de momento está a dieta porque está por asistir a una boda.

De ahí en adelante, “vive” en la fábrica de tortillas. La energía de la casi septuagenaria es sorprendente. Atiende el teléfono, despacha mercancía, supervisa a los trabajadores, conversa con los clientes y hace los cortes de caja.

Conchita tiene un espíritu joven y es muy directa en sus expresiones, sólo habla con la verdad. Disfruta pasear por la ciudad y el domingo, su único día libre, programa salidas a La Concha, quintas en el campo, a comer elotes a Raymundo o simplemente asiste a “la botana” con su pareja.

Ir de compras le fascina, sobre todo ropa, gusta de visitar los centros comerciales los fines de semana y hasta cierto punto, admite que es “una abuelita fresa”.

Conchita es una mujer independiente y dinámica que se mantiene a sí misma. Comenta que no le gusta hacer mal a nadie y espera que sus hijos y nietos tengan una vida bella y feliz, pero no piensa cuidar a sus bisnietos.

“Las abuelitas de ahorita ya no se deben dejar que las etiqueten los nietos, porque ya batallamos a nuestros hijos”, manifiesta la señora, quien estudió comercio y disfruta de ser una abuelita “moderna”.

No tiene canas, prefiere pintarse el pelo. A sus 69 años, sigue siendo una bella mujer que no deja de soñar ni saborear cada segundo que le ofrece la vida. Definitivamente Conchita no es una abuelita convencional, que teje chambritas a sus nietos, pero se considera “una abuelita jacarandosa”.

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