EL SIGLO DE TORREÓN
MATAMOROS, COAH.- Ernesto Originales Ortiz está por terminar la secundaria abierta, por lo que ha hecho una lista de lo necesario para la fiesta, donde tanto regidores como funcionarios del municipio se han apuntado para apoyarlo. En su última graduación, cuando terminó la primaria, invitó a todo el grupo y directivos de la escuela, pero nadie asistió más que él y su madre.
Cuando Ernesto era niño tenía ataques y le dio una embolia, por lo que tiene dificultades para hablar. Ya de adulto, mientras hacía buñuelos con su mamá, se quemó el brazo izquierdo y le quedaron lastimados los nervios, no puede moverlo.
A sus 38 años, este hombre ha sido partícipe de todos los eventos del Ayuntamiento, donde labora como “mandadero” a cambio de 100 pesos a la quincena, más los apoyos que recibe por parte de los servidores públicos. Desde hace 18 años colecciona reconocimientos, diplomas y credenciales. También tiene más de 25 fotos que se ha tomado con mujeres matamorenses.
Dice que por casi 30 años laboró como velador en los autobuses rojos de Matamoros, hasta hace unos días en que decidió terminarlo por cuestiones personales. Temprano en la mañana llegaba de la cooperativa y recogía los periódicos en la presidencia municipal para venderlos en la plaza y el centro de la ciudad.
Luego regresaba al Ayuntamiento para ofrecer su ayuda a los regidores y demás funcionarios. Las secretarias lo mandan con oficios de un sitio a otro. A cambio de un reconocimiento por escrito, Ernesto trabaja todo el tiempo que sea necesario, días festivos y fines de semana, para él no existen, siempre encuentra tiempo para ir a la presidencia.
No vive con su familia porque, comenta, se portan mal con él y no lo quieren. Ellos viven en Santo Tomás. Confiesa que en el ejido los “chavalos” se burlan de él y le ponen sobrenombres. Le gritan que está loco y lo maltratan. También mucha gente de la cabecera municipal.
Ha sido despachador de bombas, ladrillero, paletero, dulcero, boletero, “cerillo”, ayudante en talleres mecánicos y tocaba en los bailes. Cuenta que un tiempo fue ejidatario, hasta que su madre vendió su porción de tierra. Le gusta mucho estudiar y quisiera ser licenciado en derecho, pues le llaman la atención las demandas y los juicios.
Le molesta que las personas sean groseras con él, pues dice que casi toda la gente le insulta, incluso a pesar de no conocerles. Recuerda que un consejo muy útil que recibió en una visita a Torreón, por parte de un comandante de la policía, fue que no contestara las agresiones, que las ignorara. Sin embargo, no siempre lo logra.
Los comerciantes del mercado y la plaza principal lo apoyan con comida, dice que ya sabe cuáles son las gorditas más ricas de Matamoros, pero se niega a revelarlo. En cuanto escucha música se levanta y se pone a bailar.
Para su fiesta de graduación de secundaria, el primer regidor, Héctor Luna Ibarra, prometió llevar los refrescos, mientras que el síndico de mayoría, Jorge Ayup, el secretario del Ayuntamiento, Salvador Galván Lamas y el presidente del PRI, Juan Carlos Ayup, se comprometieron con pizzas.