Gómez Palacio

Crónica Urbana Por ser mujer tiene más cuidado al bolear los zapatos

Por necesidad Elisa ayuda a su esposo en el trabajo

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- Elisa Gaytán Villa es la única bolera de la Plaza de Armas. La necesidad la obligó a ayudarle a su esposo, quien tiene más de 30 años de su vida dedicados a este oficio.

Alfredo Pérez González de 62 años es su marido, quien dice que su esposa trabaja desde hace cuatro años con él. La razón fundamental fue “la necesidad”. Ahora ambos juntan lo que ganan y es así como están “sacando la vida”.

Él platica que tenía un ayudante al que le aguantó mucho. Era un muchacho que cuando incursionó en el mundo de las drogas descuidó por completo su vida y por ende, su trabajo. “Era un batallar con el chamaco, hasta que un buen día, él jamás se presentó”.

Elisa dice que ella aprendió viendo. Y cuando el muchacho dejó de ir, su esposo no pudo encontrar mejor sustituto. Solamente era necesario darle una leve capacitación y que en ella desapareciera el miedo.

¿A qué le temía?

Mientras proporcionaba lustre a las botas de un comandante de vialidad ella contesta que su mayor pendiente fue y será, el manchar los calcetines de sus clientes. “Gracias Dios hasta ahora no me ha sucedido, pero siempre está el riesgo”.

Tienen dos hijos de quienes se sienten orgullosos. Este noble oficio les ha permitido pagar la universidad al mayor, que estudia la Licenciatura en Relaciones Humanas en la Universidad Autónoma de Coahuila.

Alfredo recuerda a su padre, Luis Pérez Flores, quien antes de su muerte cumplió 28 años en el oficio de bolero. Él fue su primer maestro, quien le enseñó a mover las manos con el trapo para evitar manchar de tinta los zapatos de los clientes.

Los esposos señalan una situación que está alrededor de ellos que los tensa. Dicen que son objeto de envidia por parte de los boleros que trabajan en la Plaza de Armas. Casi todos ellos son hermanos y no los ven con buenos ojos.

Alfredo platica que esas personas pretenden desprestigiar su trabajo para robarles clientes. Les dicen que ellos hacen un trabajo sucio, que trabajan de tal manera que la piel la queman y más cosas que no son ciertas.

Aunque esto sucede la suerte no les ha cambiado, pues los clientes de muchos años siguen con ellos, “aún nos elijen, porque les gusta la manera en que trabaja mi mujer, ya ve que las mujeres son muy detallistas y ella en particular lo es...”.

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