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Crónica Urbana | Sólo desea un destino distinto para sus hijos

CUAUHTÉMOC TORRES ALVARADO

En San Pedro no hay trabajo, los días pasan “ahí con lo que salga”.

EL SIGLO DE TORREÓN

SAN PEDRO, COAH.- Jesús Martínez Ramírez es un jornalero de 40 años de edad. Es originario de San Pedro y en la actualidad tiene a tres hijos y una esposa que mantener. Gana entre 300 y 400 pesos a la semana.

Él no terminó sus estudios de nivel básico, llegó hasta el tercer grado de primaria. Los motivos por los cuales no pudo continuar estudiando fueron de tipo económico. “Lo que pasa es que eramos ocho hermanos y pues mi padre no podía con todos”.

Sin embargo, Jesús no quiere que el destino de sus hijos sea el mismo que el de él. Todos ellos estudian: uno de ellos la secundaria, la menor en pirmaria y la mayor cursa el tercer semestre de Enfermería en la Escuela de San Pedro.

El año pasado Jesús decidió cruzar el otro lado. Su destino: Laredo, Texas. Junto con otros migrantes, Jesús se trasladó en tren por la frontera de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Su sueño sólo duró unas horas. Fue detenido por la “migra”.

Buscaba proporcionar a su familia los recursos suficientes para que sus hijos sigan estudiando. En la actualidad esta desempleado. Trabaja de manera eventual.

“Aquí en San Pedro no hay trabajo y las autoridades no hacen nada para que haya empleos. Aquí uno apenas gana para mal vivir, ahí de lo que va saliendo día a día”.

Luego de permanecer más de tres meses preso en Laredo, Texas, las autoridades de aquél país lo deportaron. “Me fui como desde septiembre del año pasado y regresé los últimos de diciembre”.

Al momento justo de cruzar de regreso la frontera estadounidense, Jesús, junto con otros amigos, decidió tratar de conseguir empleo allí. Lo logró, pero los altos costos de renta, comida, más lo que mandaba a su familia, le resultaba lo mismo que obtenía en San Pedro.

Regresó junto a sus seres queridos. Después de bajar del camión, se trasladó a la colonia San Isidro. Su casa se localiza en la avenida Nogales número 165. Sus hijos y esposa lo recibieron con entusiasmo. “Es mejor ganar lo poco que se tiene pero aprovecharlo con tu familia”.

Desde su llegada todo ha sido más difícil que nunca. El trabajo no llega, se busca pero no hay. Todos los días sale para “chambear” de lo que sea. La desesperación llegó. Hace unos días, Margarita Martínez Hernández, la mayor de sus hijos, recibió una notificación por escrito de la Escuela de Enfermería donde estudia.

Margarita ha sido suspendida de toda actividad en esta institución académica. Su padre tiene un adeudo de más de dos mil pesos que no puede cubrir. Lo preocupante para Jesús, es que para el lunes 12 de marzo de este año, debe saldar por lo menos la mitad de su deuda.

“Hasta el momento no tengo nada para eso que debo. La verdad sería una pena dejar a mi hija sin estudios, ya lleva más de una año allí y con muy buenas calificaciones, en ningún momento le han llamado la atención”.

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