EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Gustavo Carrillo Vázquez no cuenta con una parte de su pie; su angustia por tal motivo ni siquiera le otorgó el valor de mostrar cuál de los dos es. Sus pericias como policía sólo las tiene archivadas en sus recuerdos que parecen levantarse de ese aletargado sueño.
Tiene 43 años de edad. Hace como 17 años trabajó de policía en la Presidencia Municipal. Cuando realizaba una de sus labores en la ciudad de Monclova, un parroquiano le causó el daño más grande de su vida: un fuerte golpe en el pie, le originó gangrena a Gustavo.
El remedio: la amputación de una parte de su extremidad. El hecho lo conmovió por completo, pero también lo privó de beneficios que hoy, le son negados por su situación. Cada mañana se levanta en su casa, con la esperanza de encontrar algún parroquiano que le ofrezca algo de dinero.
Así son las coincidencias de la vida: ayer un cliente de una cantina, le provoca a Gustavo la amputación de su pie y hoy, él mismo se refugia en la caridad de uno de tantos que pudo haberle ocasionado el daño que hasta la fecha, sigue arrastrando en su memoria.
En su rostro no hay tristeza, ni llanto, mucho menos felicidad. Es un enojo con el cual no puede competir porque al querer hacerlo ofrecería su rendición; por eso prefiere continuar con su práctica que aunque le obsequia, es la más efectiva que ha implementado hasta el momento.
En la esquina, Gustavo decide platicar su vida. Hace un par de minutos, salió de la Presidencia Municipal donde le dieron un cheque por la cantidad de 200 pesos, misma que recibe cada mes como apoyo que el alcalde le decidió dar por su condición física.
?Yo agradezco que me den esta ayuda, pero todavía puedo trabajar, sólo es cuestión que me den la oportunidad. En muy poco ayudan 200 pesos, yo les doy las gracias, pero tengo necesidades y puedo cumplir mis labores de guardia?.
Gustavo argumenta que hace unos días, el alcalde, Emilio Bichara Marcos Wong, le prometió reinstalarlo en su puesto, pero que a la fecha no ha cumplido su palabra. La supervivencia de Gustavo y la de su familia, pende de la decisión del presidente municipal.
El ingreso económico de este personaje, es el único que existe en la familia. Sus hijos son pequeños, la mayor apenas tiene 13 años de edad. Todos estudian y ninguno de ellos tiene las posibilidades de ayudar con el mantenimiento de la casa.
Este año, Gustavo espera que la situación económica mejore; sus recorridos por las cantinas no dejarán de ser la primera opción para conseguir dinero, pero siempre estará en sus añoranzas, la posibilidad de volver a ser guardia.