EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Tiene seis años que no prueba ni una gota de alcohol. Fernando Salazar Alemán es originario de Parras. Sin consentimiento de su familia, un grupo de amigos lo llevó hasta esta ciudad. Fernando asegura que fue un secuestro.
Por su cabeza nunca pasó la idea de ser internado en un “AA” las 24 horas. Hoy está contento, sin embargo esa felicidad pudiera ser mayor. Su gusto por los cementerios no terminó cuando allá en Parras cuidaba las criptas de sus padres.
A San Pedro llegó y no lo ha dejado. En la actualidad trabaja de barrendero de la plaza principal. Pero paciente y con demasiadas esperanzas espera la oportunidad de que algún día le ofrezcan ser velador de un panteón.
Su gusto por los cementerios tiene una explicación machista. Lo único que Fernando quiere demostrar a la gente es que no le tiene miedo a nada ni a nadie. Por las noches, sin más compañía que la de cientos de criptas de personas muertas, se la pasaba cuidando de ellas sin el menor temor.
Al contrario. Gustoso señala que es uno de los oficios que más le han gustado en su vida. El alcohol es otro de los vicios que antaño disfrutaba más, tanto que perdía el control de sí. Cada persona que lo viera o hablara sin su consentimiento, rápidamente era víctima de Fernando.
“Es que a cada rato yo me agarraba a fregazos. Yo no soy peleonero, pero cuando me buscan me encuentran y pobre de ellos. La verdad es que eso pasaba porque yo era bien catarro y me perdía en el alcohol”.
Sin embargo ya nada de eso lo avergüenza. Ni siquiera su actual oficio. Con dedicación y hasta gracia, ayuda a toda aquella persona que requiere de su servilismo. Cuando el señor de las verduras y legumbres baja del camión ejecutivo procedente de Torreón, le ayuda a bajar toda su mercancía.
Además de barrer y limpiar las áreas verdes y banquetas de la plaza, hace mandados a los vendedores cercanos del centro. Pero su vida a pesar de ser siempre la misma, esto no le aburre ni desanima.
Todas las mañanas alrededor de las seis, Fernando acude a la catedral como todo buen católico. Luego de hincarse y persignarse, reza a la Virgen María para que todo en el día se salga bien. Luego se levanta y acude al lugar donde su padrino tiene un negocio. Allí también realiza labores de limpieza.
Pero esto tampoco le da vergüenza. “Lo que sí debiera dar es que la gente anda robando, matando. A mí me gusta trabajar. Yo le he hecho de todo: de músico, de sepultador, barrendero, danzante y muchas cosas más y estoy orgulloso”.