EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Cuando tenía 23 años, Petra Escobar Celaya decidió ir a visitar a su hermana que vive en Laredo; sin embargo, por su mente nunca pasó la idea de regresar con sus pies y brazo izquierdo amputados.
Víctima de ataques nerviosos, Petra salió de la casa de su hermana y se dirigió sin rumbo fijo. Nunca supo lo que hizo. Al día siguiente amaneció sobre la cama de un hospital en la cual permaneció durante un año en revisión médica.
En ese entonces, su mente no recordaba lo que había hecho. Su familia tuvo que explicarle su comportamiento luego de salir ofuscada de la casa. A su mirada sólo le faltaron las palabras para preguntar las causas por las cuales no sentía sus piernas.
Así transcurrieron 365 días. Regresó a su natal San Pedro, a su casa que se encuentra en el ejido Frontera perteneciente al mismo municipio. Antes que perdiera sus extremidades, Petra ya había perdido un bebé de nueve meses de nacido.
Fue también en una ocasión que regresaba de visitar a su hermana en Laredo. Bajó del camión en la ciudad de Monterrey creyendo que era San Pedro. Sus problemas nerviosos continuaban. Una persona aprovechó la coyuntura de la situación.
Se acercó hasta Petra y le arrebató de los brazos a su niño. Hasta la fecha nada sabe de su hijo. Hoy él tendría 24 años aproximadamente. Hace nueve años su esposo fue arrollado por un autobús de pasajeros y murió.
Hoy Petra vive con el menor de sus tres hijos. Recibe una pensión de mil 300 pesos al mes y con eso lo mantiene y a sí misma. No necesita de nadie. Ella visita con regularidad la cabecera municipal para realizar las compras para el mandado.
Con esfuerzo sube y baja las escaleras de los camiones. Recorre las calles de San Pedro. Petra sólo quiere ver gente, divertirse, sentirse viva. La vida a lado de su marido fue mala: golpes, insultos, machismo y encierro.
Cuando estuvo internada en Laredo, ni el esposo ni la familia de él fueron a visitarla. Su tristeza embarga sus ojos, pero no su ánimo, que le ayuda a soportar los fuertes dolores que siente en la espalda, causados por el esfuerzo de andar sin ningún aparato.
Pero en su mente no existe la imagen clara y verídica de lo que hizo. Tampoco ella encuentra una explicación, ni el esfuerzo hace, sería inútil. Sólo confía en lo que su familia le dice. Los dos pies le fueron amputados completamente.
El brazo izquierdo sólo del codo para abajo. Tiene una mano con la que de manera normal realiza las labores del hogar. A su paso, la gente mira desconcertada a Petra mientras ella dice que su familia la vio aventarse a las vías cuando el tren pasaba por el lugar, precisamente hace 23 años, hoy tiene 50.