Ayer dio inicio la Cumbre Extraordinaria de las Américas en donde los líderes del hemisferio tratarán de llegar a acuerdos de ayuda recíproca, aunque los criterios entre el Gobierno de los Estados Unidos y el resto de los países de este Continente no son coincidentes, pues mientras a George W. Bush le interesan de manera especial cuestiones como la seguridad continental y el combate al terrorismo, a todos los demás les preocupan asuntos como la pobreza, educación y salud.
Aunque funcionarios de la Casa Blanca, como Colin Powell, han manifestado su interés en la ayuda que EU pueda prestar a los países que acuden a la Cumbre para aliviar problemas como la educación, la salud y en general aquellos que inciden en un mejor desarrollo comunitario, lo cierto es que esas no dejan de ser consideraciones propias de un diplomático, que por lo visto no son compartidas por el inquilino de la Casa Blanca.
Desde el año dos mil uno, en que se llevó al cabo en Québec, Canadá, la anterior Cumbre, los países participantes se comprometieron a “crear una mayor prosperidad y ampliar las oportunidades económicas, mientras se fomenta la justicia social y la realización del potencial humano”. Sin embargo, poco se ha hecho al respecto, pues la mayoría de los países siguen sumidos en el subdesarrollo y afectados por la extrema pobreza.
Es difícil que de esta nueva reunión puedan surgir acuerdos que efectivamente incidan en el mejoramiento de las condiciones que privan en la mayoría de los Estados, pues para que así fuera sería necesario que, además de lo plasmado en un papel, los mandatarios intensificaran los programas de asistencia recíproca en materia económica. Pero lamentablemente no creemos que puedan ir más allá de la retórica y las buenas intenciones.