En el “Hall Herbor Union” de Houston, Texas, donde trabajé por un tiempo en los años ochenta, conocí a Manuel Quintero. Puertorriqueño él, marinero por necesidad y jugador profesional por gusto, pasaba meses en el mar y me platicaba que en las travesías y ratos libres su práctica era mover los “cubos”, cuadros y pantallas como conocía y les llamaba a los dados. En un bar de mala muerte llamado “El Borinque” por las calles Canal y Harrisburg en el barrio Magnolia de ese puerto, cuyo dueño aún es Henry Morales, también puertorriqueño. “Menny” como le llamábamos los amigos hacía con los dados lo que quería y sacaba los números que se le antojaban, era todo un espectáculo verle tirar el “11” (un 6/5) en el tapete verde de la mesa del billar en “El Borinque”; en una ocasión le conté 32 veces seguidas.
Por más que Manny, trató de enseñarme las mañas de los dados, jamás pude, él sólo se reía y como magia los tomaba, los zarandeaba con la mano izquierda y los hacía rodar por el tapete verde y después de dar varias vueltas caían los números deseados ya cantados antes. Mira, -me decía Quintero- el secreto es que no hay secreto porque estos dados están cargados... Sólo los expertos o los que se dedican a ese juego pueden darse cuenta de este método de cargar los cubos. Los dados eran entripados con plomo, mercurio (azogue) y hierro con imán, entre otras cosas.
En algunas ocasiones le comentaba a este amigo puertorriqueño que nuestra política en México era como sus dados cargados, siempre en manos de expertos y maléficos gamberros, donde cada tres o seis años los lanzan al tapete nacional y caen a su conveniencia en una sucesión cantada, no hay reglas claras, el secreto es que, al igual que en los dados cargados, no hay secreto, sólo trampa, maña y señuelos. Ellos (los políticos) son los dueños de los dados, del tapete y es en su cueva donde se desarrolla el juego. El boricua Quintero nunca me entendió cuando le comentaba de la política mexicana, al igual que yo jamás pude tirar cuando menos tres 11 (5/6) seguidos con sus cubos cargados.
El problema de la democracia en nuestro sistema político, es que los dados se transforman en una luminosa esfera política, unos verdaderos carnavales de frivolidad y capaz de montar teatros de burlesque cada vez que se les pegue la gana, como el que nos acaba de regalar el PRI con el señuelo de que Madrazo, Gordillo y Chuyffet en su grotesco aquelarre o los panistas con sus exámenes excluyentes y sus antipáticas posturas con proyectos sin horizontes.
Tal vez el populismo disfrazado de los perredistas con doble imagen y varias facetas, con priistas arrepentidos o en el último de los casos, como el “Niño Verde” ecologista, resucitando a Tarzán para enseñarle al hombre mono, cómo se columpian en cualquier liana, con tal de seguir en el negocio familiar. En el mejor de los casos dedicarse al negocio de pastar borregos y convertirse en líderes de cualquier agrupación corporativista, para con esos dados cargados no pagar impuestos, tener canonjías y vivir en el mundo maravilloso de la impunidad y del que pregonan los políticos con sus discursos oxidados de tanto reciclaje.
Un ejemplo claro reciente de dados entripados, es en el estado de Durango donde Madrazo, los cargó, meneó y los echó a rodar contra Carlos Herrera Araluce, en el casino que formaron los PRIistas, jugando como adolescentes a la democracia. ¿Cómo estaría la mentira que ni ellos mismos (Priistas) se la tragaron?
Una monocultura encallada del monolito en turno y de la que los PRIistas no han sido capaces de sacudirse por sumisión. Eso de lanzar dados cargados a favor “de” se sigue dando en todos los partidos grandes y chicos y, si no me lo creen mis tres lectores, sólo basta echarle una ojeada a nivel nacional y aldeano y verán que son los mismos apellidos y familias las que por décadas son poseedoras de la afrenta (usufructo) político, social, judicial y económico que vive nuestro país.
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