Empieza a vivir por estos días su feria anual, la más famosa de las que se realizan en México.
Las dos últimas semanas de abril y las dos primeras de mayo, desde hace muchísimos años, La Feria de San Marcos ofrece eventos culturales, artísticos, comerciales, deportivos, taurinos, etc., etc.
En los alrededores de la Plaza de San Marcos, la gente invade calles y banquetas, paseos y pasillos atestados de puestos comerciales en un ambiente de hospitalidad que pone crespones de gala en cada amanecer y cada anochecer.
Y es que Aguascalientes es una ciudad que cautiva, que enamora y que invita a seguirla visitando.
La conocimos allá en tiempos de don Nazario Ortiz Garza, cuando el destacado político e impulsor de la industrialización de la uva ofrecía en su famosa Casa de la Amistad, junto a la carretera por la que se entra a dicha ciudad, famosas reuniones que congregaban a personajes representativos lo mismo de la política que de la industria el arte o las ciencias.
Y desde entonces nos atrajo su estilo apacible y muy provinciano, con todo a la mano y muy bien conservado.
Aguascalientes fue parte de Zacatecas y hay una historia que a la gente de esa ciudad le gusta contar:
Dicen que en 1835 apareció por ahí el presidente Antonio López de Santa Anna, hombre inquieto y enamoradizo.
Sus anfitriones le ofrecieron una fiesta con baile y todo lo demás. La señora de la casa, doña Luisa Fernández Villa de García Rojas era una mujer muy guapa, lo que no escapó a los ojos de Santa Anna. Éste se quedó prendado de ella y en determinado momento se lo hizo saber. Ella sintió la oportunidad de aprovechar sus encantos y cuando el presidente le pidió un beso, la dama dijo que se lo daría con una condición. El mandatario dijo que sus deseos serían órdenes y entonces doña Luisa le pidió que separara a Aguascalientes de Zacatecas y lo hiciera libre y soberano y ante la gente Santa Anna aceptó con tal de ganar aquel beso. Nacía así uno de los Estados más pequeños del país, pero libre y soberano. Por ello en su escudo aparecen unos labios recordando el famoso beso.
El lugar está lleno de leyendas y de edificios hermosos, muchos de ellos construidos por el famoso zacatecano Refugio Reyes Rivera, como la iglesia de San Antonio, el Hotel Francia y el Museo General, así como monumentos y casas residenciales.
El chalet Douglas tiene también sus leyendas. Su puerta principal fue clausurada cuando el dueño de ella cargando en brazos a su amada hizo su entrada a la mansión, diciendo después: ?Cierren para siempre esa puerta, pues donde ha entrado el amor, nunca más debe salir?.
Escribir de Aguascalientes necesita mucho espacio, por ello mejor lo invitamos a que la conozca o la vuelva a recorrer. La encontrará acicalada, bien comunicada por sus tres anillos de vialidad y con muchos deseos de atenderlo bien.