Dos personajes que desde hace muchos años llamaron nuestra atención.
Fueron los propietarios de estas tierras, donde hoy crece y se moderniza la ciudad de Torreón.
Tierras que fueron labrantías para el cultivo del algodón, el trigo y hortalizas.
Suelo generoso regado por el Padre Nazas.
En la Hacienda de Hornos tenía el matrimonio Zuloaga no sólo su casa habitación, sino también sus talleres y depósitos que apoyaban las tareas agrícolas de sus vastas propiedades, adquiridas de la familia Sánchez Navarro y que fueron muy atrás concesiones del Marqués de Aguayo.
Un día, todo cambió para ellos. Una disputa por tierras que ocuparon nuevos colonos obligó al matrimonio Zuloaga a emigrar a otra de sus propiedades en Parras de la Fuente.
Ahí, él siguió con la disputa de sus bienes y se dice que tantos problemas por los que atravesó le afectaron la salud y le provocaron la muerte.
Doña Luisa quedó al frente de todo.
Años después, partes del rancho del Torreón fueron conocidas por la gente como secciones de la anatomía de doña Luisa. Por ejemplo, ubicando el centro de un arenal que quedaba lo que llamaban El Ombligo de Doña Luisa.
Ella fue todo un personaje, con carácter pero sin conocimientos suficientes para administrar sus propiedades.
Y sin embargo se aventuró a seguir trabajando las tierras labrantías mediante un crédito que la llevaría con el tiempo a vender todo, pasando después todo esto a manos de una empresa que le daría un curso diferente a estos rumbos para fortalecer un centro de población hoy tan famoso.
Don Leonardo había venido de España siendo su origen vascuence. Dice que era un soñador y que se sentía como un transformador de tierras áridas en regiones de provecho gracias a la gran demanda que iba adquiriendo el algodón.
Doña Luisa quiso seguir los pasos de su esposo pero le faltó apoyo y de ambos hay muchas leyendas, tanto en la Hacienda de Hornos como en Parras de la Fuente, leyendas que ojalá un día podamos dar a conocer.
