Tiene todavía 23 días de vida.
Será hasta el 21 de diciembre, a las seis de la mañana con 42 minutos cuando haga su aparición el invierno.
Pero hoy el otoño está en sus mejores días.
Tiene cosas qué cumplir.
La misma naturaleza le ha dado varios encargos importantes.
Uno de ellos es irle quitando, cada día, los ropajes que cubrieron nuestros árboles.
Esos hermosos duraznos que plantamos con tantas ilusiones un día, y que nos han dado sabrosos frutos, hoy se van quedando desnudos.
Es impresionante la cantidad de hojas que con el menor viento van dejando caer.
Y nos ponemos a filosofar, mientras escuchamos a Nat King Cole, el que fuera nuestro gran maestro de inglés en nuestros años en el Instituto Latino Americano, cantando The Falling Leaves (Las Hojas Muertas).
Todos los duraznos van a esperar desnudos el invierno. Es la ley de la naturaleza. Ellos sin prendas, sin nada que cubrir el frío buscarán despojarse de plagas y enfermedades para volver a revivir allá por febrero.
De la docena de duraznos que hemos plantado, hay uno, de los más jóvenes que es el campeón de todos.
A los demás les gana en muchas cosas. Es el primero en florecer. Apenas nace febrero y ya tiene adornadas sus ramas y sus hojas con sus bellas flores color de rosa, y es el que da los frutos más sabrosos.
Lo compramos pequeñito en Lerdo y nos dijo el vendedor: ?Se lleva una joya con este durazno mayero?.
Cada día, es impresionante la alfombra que queda con hojas por todas partes. Son cientos de ellas que nos parecen miles.
Las recogemos y pensamos en la maravilla de la naturaleza y los ciclos de ella que son muy similares a los de la vida, con la diferencia de que después del invierno una nueva vida transforma el panorama y nos regala el milagro de los frutos.
Hoy sólo los sanates merodean el lugar, sobre todo después del riego, buscando saciar la sed y algo de comer, y ya en febrero aparecerán los colibríes y las mariposas, que junto con las abejas buscarán su alimento y su supervivencia.
Es otoño y el viento fresco nos anuncia las heladas. Cerca alguien con tos y gripa parece decirnos que nos cuidemos porque a cierta edad un resfrío ya es de tener cuidado. Pero seguimos extasiados con los cambios que nos regala la naturaleza.
