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De La Vida Misma / La edad

Miguel A. Ruelas

Los años que van transcurriendo desde que nacemos.

En algunas personas, pesan mucho, cuando se pasa de cierto número de años vividos.

Para otras, resulta todo lo contrario y cada vez disfrutan más su tiempo.

Conocimos a un gran señor, que pasaban los años y él seguía tan contento, tan campante como le decíamos, y es que tenía una filosofía muy de él, sustentada en esta frase que nos repetía de vez en cuando: Mi edad la creo yo mismo.

Se le veía siempre jovial, siempre entusiasta, interesado por conocer y aprender todo el tiempo.

La gente lo buscaba porque su compañía era agradable pues transmitía paz y bienestar.

Gustaba de levantarse temprano, hacer algo de ejercicio, no mucho, sólo el que le producía placer mas no cansancio. A veces lo veíamos caminando y platicando con amigos.

Su físico era más bien delgado pues no gustaba de los excesos en el comer, mucho menos en el beber. Admitía que de vez en cuando tomaba una copita de vino, pero no con frecuencia.

Y también hemos conocido personas que al pasar del medio siglo de vida consideran que lo mejor para ellos ha pasado y se dedican, hay que decirlo claramente, a tratar de dar lástimas.

Cada cumpleaños se trastornan más, se les ve más decaídos, más tristes.

La edad, el paso de los años no hay que padecerlos sino gozarlos a plenitud. Para ello es necesario ordenar cada vez mejor su vivir.

También, la edad debe dar más juicio o sensatez para aceptar que ya no se es joven e ir dando los pasos un poco más lentos y ya no con prisas ni carreras.

Afortunado aquél que sabe envejecer del cuerpo mas no de la mente, pues en ella siguen bullendo ideas juveniles que lo acercan con inquietud a conocer cosas nuevas, a actualizarse en un mundo maravilloso que cambia todos los días para que lo admiremos y lo gocemos.

No hay que envejecer mentalmente. La mente madura, adquiere experiencias valiosas pero debe conservar su lozanía a través de un mejor vivir.

La persona de edad ya no tiene por qué imitar a los jóvenes. A éstos hay que cederles su mundo porque el nuevo es más apacible y mejor.

Nadie envejecerá si día con día está cultivando una mejor existencia con más atención y cuidado en lo que se hace, con más acercamiento a sus seres queridos, con mejor trato a los demás porque ya no quedan en esta nueva etapa los exabruptos de la juventud.

Entonces, si ya está en edad, que disfrute a plenitud este hermoso atardecer de la existencia.

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